El pacto de Ardales
La zanja de las dos Españas provocó la caída en el abismo de la Guerra Civil, felizmente superada por obra y gracia de una transición política que quieren cargarse los hijos de aquellos que la acometieron con notable éxito. Por eso nos llama la atención que un posible pacto de Izquierda Unida con Falange Auténtica en Ardales, provincia de Málaga, haya causado un revuelo que debería ser positivo y nunca negativo.
¿Qué no habrían dado los historiadores de la transición a la democracia por un pacto así? Las dos Españas reconciliadas en Ardales, con la sala de profesores del colegio del pueblo como lugar sagrado de la nueva democracia. Allí se reunieron el candidato comunista y el falangista, que son compañeros de tiza y sufridores de la Logse. Juan Calderón y Francisco Ortiz han superado los odios viscerales que sus antepasados comunistas y falangistas se profesaban en aquella República que fue un sueño que degeneró demasiado pronto en pesadilla.
Juan y Francisco están intentando el cierre de la zanja, pero no los dejan. Han cometido el delito nefando que está penado con ostracismo en esta Andalucía del sectarismo chavesiano: el pacto no es natural ni moral porque puede arrebatarle el sillón al candidato del PSOE. Y hasta ahí podríamos llegar. A todo esto, el candidato socialista y alcalde perpetuo –eso piensa él- de Ardales es Salvador Pendón, un individuo que se atreve a pronunciar la palabra inmoralidad cuando él mismo usó los deditos de sus manitas para enviar, con el móvil que le pagamos entre todos, mensajes indignos e ilegales durante la jornada de reflexión de las últimas elecciones generales. A Pendón, que tiene un apellido que se las trae y se las lleva, lo cogieron con las manos en el móvil, pero a la vista está lo que le pasó: nada.
El pacto entre comunistas y falangistas viene a poner una nota de color en la penumbra que sirve para muñir los repartos de sillones municipales que le permitirán al PSOE ocupar poltronas que no ha ganado, y que les vendrán muy bien a los restos del naufragio de IU para agarrarse a la tabla de salvación del poder. Frente al previsible pacto y reparto de prebendas, el acuerdo de los maestros de escuela puede ser algo más que un suceso pintoresco: la prueba irrefutable de que las dos Españas sólo sobreviven en el imaginario artificial de ese zapaterismo que nos mete el rollo del talante por detrás y por delante.
En el PSOE andaluz no pueden decir ni pío ante este pacto de los maestros. ¿O es que no les da vergüenza acercarse el PAL de Juan Enciso para birlarle la Diputación de Almería al PP? ¿Desde cuándo se llama pacto de progreso a un mangazo de estas proporciones? Enciso acuñó en su día una frase genial: “yo no sé si soy de izquierdas, si soy de derechas, o si soy lo que soy”. En su día lo acusaron de xenófobo, de racista, de pertenecer a la extrema derecha. Hoy se ha convertido en progresista porque los sociatas almerienses lo necesitan para quedarse con la Diputación a pesar de haber perdido las elecciones en la provincia.
¿Así pretender dar lecciones? No nos engañemos. Y no permitamos que nos engañen. Los nuevos caciques de Andalucía lleva camisa azul de marca, chaqueta a juego, coche oficial sin yugos ni flechas pero repletos de aritos entrelazados. Los nuevos caciques no cantan cara al sol porque prefieren la sombra climatizada de los despachos. Esos dos maestros de escuela de Ardales harían bien en sellar un pacto. Si los comunistas y los falangistas hubieran hecho algo parecido en 1936, la historia de España habría sido otra. Y en cuanto a la moralidad de los pactos, ¿qué pueden decir los que han callado durante estos años mientras un individuo condenado por maltratar a su esposa se ha dedicado a pastelear con una banda de asesinos?
pacorobles63@gmail.com
¿Qué no habrían dado los historiadores de la transición a la democracia por un pacto así? Las dos Españas reconciliadas en Ardales, con la sala de profesores del colegio del pueblo como lugar sagrado de la nueva democracia. Allí se reunieron el candidato comunista y el falangista, que son compañeros de tiza y sufridores de la Logse. Juan Calderón y Francisco Ortiz han superado los odios viscerales que sus antepasados comunistas y falangistas se profesaban en aquella República que fue un sueño que degeneró demasiado pronto en pesadilla.
Juan y Francisco están intentando el cierre de la zanja, pero no los dejan. Han cometido el delito nefando que está penado con ostracismo en esta Andalucía del sectarismo chavesiano: el pacto no es natural ni moral porque puede arrebatarle el sillón al candidato del PSOE. Y hasta ahí podríamos llegar. A todo esto, el candidato socialista y alcalde perpetuo –eso piensa él- de Ardales es Salvador Pendón, un individuo que se atreve a pronunciar la palabra inmoralidad cuando él mismo usó los deditos de sus manitas para enviar, con el móvil que le pagamos entre todos, mensajes indignos e ilegales durante la jornada de reflexión de las últimas elecciones generales. A Pendón, que tiene un apellido que se las trae y se las lleva, lo cogieron con las manos en el móvil, pero a la vista está lo que le pasó: nada.
El pacto entre comunistas y falangistas viene a poner una nota de color en la penumbra que sirve para muñir los repartos de sillones municipales que le permitirán al PSOE ocupar poltronas que no ha ganado, y que les vendrán muy bien a los restos del naufragio de IU para agarrarse a la tabla de salvación del poder. Frente al previsible pacto y reparto de prebendas, el acuerdo de los maestros de escuela puede ser algo más que un suceso pintoresco: la prueba irrefutable de que las dos Españas sólo sobreviven en el imaginario artificial de ese zapaterismo que nos mete el rollo del talante por detrás y por delante.
En el PSOE andaluz no pueden decir ni pío ante este pacto de los maestros. ¿O es que no les da vergüenza acercarse el PAL de Juan Enciso para birlarle la Diputación de Almería al PP? ¿Desde cuándo se llama pacto de progreso a un mangazo de estas proporciones? Enciso acuñó en su día una frase genial: “yo no sé si soy de izquierdas, si soy de derechas, o si soy lo que soy”. En su día lo acusaron de xenófobo, de racista, de pertenecer a la extrema derecha. Hoy se ha convertido en progresista porque los sociatas almerienses lo necesitan para quedarse con la Diputación a pesar de haber perdido las elecciones en la provincia.
¿Así pretender dar lecciones? No nos engañemos. Y no permitamos que nos engañen. Los nuevos caciques de Andalucía lleva camisa azul de marca, chaqueta a juego, coche oficial sin yugos ni flechas pero repletos de aritos entrelazados. Los nuevos caciques no cantan cara al sol porque prefieren la sombra climatizada de los despachos. Esos dos maestros de escuela de Ardales harían bien en sellar un pacto. Si los comunistas y los falangistas hubieran hecho algo parecido en 1936, la historia de España habría sido otra. Y en cuanto a la moralidad de los pactos, ¿qué pueden decir los que han callado durante estos años mientras un individuo condenado por maltratar a su esposa se ha dedicado a pastelear con una banda de asesinos?
pacorobles63@gmail.com
7 Comments:
Paco, esta oración, "Si los comunistas y los falangistas hubieran hecho algo parecido en 1936, la historia de España habría sido otra", responde a un pensamiento ¿poético?, por no llamarlo de otra forma, ¿no crees?. La crítica de Marx es acerada y posiblemente, acertada. Pero al sustanciar esa crítica en Ley, la convirtió en algo intrínsecamente malo. El comunismo creía morbosamente en el advenimiento de la sociedad comunista, y tomó a España como su laboratorio.
Fíjate además como quedó Proudhon tras la crítica de Marx. Y los socialistas utópicos, a los que humilló.
Por otro lado, el pensamiento de José Antonio no fue fascista. Coincidía con el marxismo en su odio a las sociedades libres. Y huyó, en otro extremo, de la antropología marxista.
Y si los falangistas apoyan a los comunistas, será porque sienten cierta atracción morbosa, diabólica por el poder.
Es cierto lo que dice san isidoro que pasó, tanto como que no tenga nada que ver con el caso de Ardales que es el de bastantes pueblos pequeños de la actualidad.
Para desgracia de la convivencia rural, personas que juegan juntos al dominó todas la tardes, que son en demasiadas ocasiones los pocos que se preocupan de encauzar la vida pública ante la indiferencia o miedo de los demás, se ven de pronto enfrentados por unas siglas que les viene de la capital.
En este caso, creo, los falangistas han renunciado a cualquier parcela de poder, sólo quieren un reconocimiento. Su postura, por rara, no puede hacerse extensiva al resto del partido, no creo que estén tan coordinados. Se nota que es personal, si uno cae en que el alcalde era Pendón, pues en fin, que puede ser que sí, que hayan dicho: quillo, ¿cuando vamos a tener una guardería en el pueblo después de 20 años?.
Ya sabemos todos lo que son los niños y el trabajo que dan o quitan cuando no tienes más huevos que trabajar.
Pero por desgracia, Canalsu, nuestro sistema es oligárquico, mandan los partidos. Por eso el caso de Ardales tendrá difícil solución.
Hay que ir a la reforma electoral. Para que se elija a las personas. Y que los elegidos asuman su responsabilidad.
Y Canalsu, aunque sustancialmente puedo estar de acuerdo contigo, tampoco podemos caer en un falso irenismo, diciendo que las siglas les vienen de Madrid, ni cosas por el estilo. Cuando alguien se define como comunista está asumiendo una ideología, si no al 100 %, si con una determinada carga.
Estamos hablando de pueblos y de personas, no de la Arcadia feliz.
Es por eso que dices, san isidoro, de que estamos hablando de pueblos y de personas por lo que no tengo por seguro que la carga ideológica que, con toda evidencia, uno asume al representar a un partido sea tan determinante, incluso en el caso del comunismo, aunque el candidato, de Ardales en este caso, sea maestro.
Hay ejemplos para todo y yo, claro está, hablo sobre las experiencias que he tenido tanto en mi pueblo natal como en algún otro, todos pequeños como Ardales del que conozco lo que pasa por lo poco habitual del caso y por los dos vecinos nacidos allí que tengo en mi bloque. Son dos familias de esas que dicen votar a Menganito o a Ciprianito cuando hablan de su pueblo. No votan partidos.
Acabo porque me hago más pesado que un pacto, hoy se sabe que el PSOE le dará al "facha" Enciso dos vicepresidencias a cambio de la Diputación de Almería, de su gobierno. ¡Toma ya coherencia!. Es lo que dice el fino estilista Pizarro: "esto ata a toos". No ha podido usar otro verbo que "atar" para confirmar lo que denuncia Robles y lo que tú reclamas con más razón que un santo: una reforma electoral que, por lo menos, deje a las personas hacer en sus pueblos.
Enhorabuena, admirado Paco, por tu gesto de hablar sobre Falange Autentica, en estos terminos de reconciliación nacional, tan poco usados hoy en dia.
Te animo a romper ese silencio tan politicamente correcto sobre la persona y el pensamiento politico de Jose Antonio.
A los que no conozcais su pensamiento, os recomiendo que os acerqueis a sus textos sin literalismos ni ideas preconcebidas,y os aseguro que descubrireis la esencia de un pensamiento profundamente español y democratico.
Un saludo
www.falangeautentica.org
www.rumbos.net/ocja/_indices/indices.htm
desde una falangista de ardales paco me ha gustado mucho tu comentario pero creo que es un calco de la palabras que dijo fernando sanchez drago en el diario de la noche emitido por telemadrid.
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