miércoles, septiembre 10, 2008

Los bancos de Central Park

Cuando un rancio hispalense –valga la redundancia- se da un garbeo por la capital de los rascacielos es inevitable que se dedique a comparar la grandiosa manzana de Manhattan con la que fue un día la reina del grande océano: así llamó a Sevilla Fernando de Herrera, que fue escritor antes que instituto de la ‘acolapsá’ Palmera loperiana. El rancio cayó en esa tentación que vive arriba, en las agujas de la torre Chrysler o en la antena del Empire, pero que también tiene su reflejo en las zonas más íntimas y recoletas de la ciudad. Por ejemplo, en los bancos de Central Park o del Riverside, alias la orilla del río Hudson.

Cuando hablamos de bancos no nos referimos a las oficinas donde se mueve el dinero a espuertas digitales, sino a los humildes bancos de madera que los neoyorquinos financian con el dinero de sus respectivos bolsillos. He ahí la gran diferencia entre una la capital del Nuevo Mundo y la ciudad que fue puerto y puerta de las Indias en el dorado y plateado siglo XVI. Allí los ciudadanos aflojan la pasta para que los bancos luzcan el hierro y la madera en su cotidiano esplendor mientras por estos lares vemos como algo normal que el niñateo se cargue los bancos de cerámica de la Plaza de España o los que se instalan continuamente en los barrios y barriadas que más quisieran parecerse a Harlem.

Unas plaquitas metálicas con el nombre del patrocinador del banco da fe de esta presencia de la sociedad civil en el mobiliario urbano de la ciudad. Son leyendas que en algunos casos llegan a emocionar: el hijo que recuerda a su madre cuando lo llevaba a disfrutar de la infancia en aquel parque, o ese anciano que deja escrito en la chapita el nombre de la mujer amada con la que compartió años y años de paisaje verde y descanso bajo la sombra de este árbol. Y si nos damos una vuelta por los excelentes museos de la ciudad, entonces nos encontramos con soberbias colecciones de arte que en vez de reposar en mansiones privadas se exhiben en lugares públicos para que todo el mundo pueda disfrutar de Rembrandt o de nuestros paisanos Velázquez y Murillo.

Aquí, en la ciudad que fue la Nueva York del Siglo de Oro, los magnates son simples mangantes que se dedican a lo contrario, o sea, a trincar del erario público a través de subvenciones o de contratos a dedo mientras guardan celosamente sus propiedades para que nadie pueda disfrutar de ellas. En la inmensa mayoría de los casos ni siquiera tienen el gusto de aquel Frick que buscó por Europa los bronces de Miguel Ángel o de Sangallo, los cuadros soleados de Turner o los enigmáticos cuadritos de Vermeer que pueden verse en su palacete. En vez de este refinamiento, el azulejo que cubre salones alicatados como cuartos de baño.

Este contraste lo explica casi todo. En Estados Unidos las fundaciones tienen como misión la redistribución de la riqueza. Cuando alguien triunfa en la vida y gana una cantidad de dinero que nunca podrá gastar, dedica una parte de esos beneficios a la comunidad. Así se formó el Metropolitan, un museo donde las obras de arte no están ordenadas cronológicamente porque se muestran en salas que llevan el nombre de quien las compró y luego las donó. Aquí las fundaciones se montan entre cuatro pícaros arrimados al poder para pedir unas subvenciones amañadas, algo que los norteamericanos no podrán entender jamás. Así se colocan los amigotes del baranda de turno, que se dedican a dar premios o a organizar saraos intelectualoides con el fin de seguir colocando a más gente del partido que lo controla casi todo.

Cuando un rancio hispalense sale de la ciudad es inevitable que surja la comparación, siempre odiosa. ¿Cómo se puede comparar el Rockefeller Center con el Lopera Building de Jabugo Street? ¿El Madison Square Garden tiene algo que ver con el infrautilizado Auditorio Rocío Jurado? ¿Por qué se llenan diariamente los teatros que acogen los musicales de Broadway a pesar de que las entradas sean carísimas por la falta de subvenciones públicas? ¿Qué tiene en común este alcalde que promete varias veces los mismo con ese Giuliani que terminó con la inseguridad ciudadana en cuanto se lo propuso?

Las preguntas van cayendo por su propio peso. Las respuestas tal vez estén en esas plaquitas mínimas y discretas que permanecen intactas en los bancos de Central Park mientras la cerámica de la Plaza de España sufre el vandalismo del niñateo y la desidia de los políticos. Cuando la sociedad civil apenas existe es irremediable que la ciudad se hunda. Tal vez por eso hay algunos que quieren que en Sevilla se instale la réplica del Titanic.


18 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Como buen articulista que es usted (no es peloteo)en el párrafo final está la respuesta.

Saludos

Alejandro.

4:48 p. m.  
Blogger el escritor escondido said...

Paco, lo has clavao. Por eso New York es la capital financiero- cultural del mundo, y Sevilla se conforma con su sevillanía, ranciedad y sus tradiciones. By the way, si Frank Oaks existiera sería premio Publisher. Salu2.

5:01 p. m.  
Blogger Mike said...

Los bancos de Central Park tienen magia. Sobre todo los que, sentado, te orientan para que mires hacia el sur.

Decía un conocido que cuando conoces el nombre de los edificios más significativos a lo lejos, viendo sus siluetas desde uno de esos bancos, N.Y. te ha ganado un poco para sí.

Saludos.

9:41 p. m.  
Blogger arquitectomirobenito said...

¡Bienvenido de nuevo Paco!

12:00 a. m.  
Blogger Natalia Pastor said...

Es que comparar Nueva York con Sevilla,querido Paco...
Sevilla es un pueblo grande encorsetado en uan ciudad de tintes provincianos, que perdió su gran oportunidad y el tren para encaramarse a las grandes ciudades europeas,tars la Expo del 92.
Ahoar es un simple decorado de cartón piedra,un decorado cinematográfico, de postal, que reune todos los tópicos/típicos, y que queda muy bien para el turista, y para ese sevillano que se mira el ombligo y cree haber decubierto la fusión del átomo.
¿Y la sociedad civil?.
Pues en sus cosillas;sólo se moviliza en Semana Santa,Feria, y cuando sale la hermandad correspondiente camino de la aldea rociera.
Eso es tener pulso ciuadadano....

1:09 p. m.  
Blogger La verdad esta ahi fuera said...

Yo creo que es un cumulo de cosas, desidia de la clase politica y que aqui no se moviliza nadie para nada.

Quizas haya en sevilla muchos topicos, pero tambien una gran apatia y una pizca de un no pasa nada cuando se destroza cualquier cosa.

5:31 p. m.  
Blogger jose said...

Hablando de bancos..., resulta que el Santander vendió su patrimonio inmobiliario en España. Y que el BBVA hizo lo mismo. Y que Botín dijo en Mayo que el presidente zp tiene razón, que no hay crisis, que sólamente un resfriadito. Y que La Caixa vendió Colonial. Y resulta que lo invirtieron todo fuera de España.
¿A qué juegan?
¿Conocían antes que nadie lo que venía? ¿Engañaban antes los bancos o el gobierno a los españoles?
¿Dará el gobierno dinero a los que han ganado especulando?

Ustedes mismos.

9:25 p. m.  
Blogger arquitectomirobenito said...

Los hombres y pueblos en decadencia viven acordándose de dónde vienen; los hombres geniales y pueblos fuertes sólo necesitan saber a dónde van.
José Ingenieros

10:47 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

No si ahora va a resultar que lo EE.UU. son el ejemplo de toito ... lo que me faltaba por leer , cuando el Sr. Robles saca l avena Semanasantera o la ironica me encanta , pero los pilitiquitos desde la barrera me matan.

Un saludo.

4:20 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Que Sevilla está abandonada por los politicos está claro. Pero es que además no se cuida al Turismo, parece como si fuera pecado vivir del turismo (Vean si no Venecia ¿De que vive si no es del turimo?).
El otro día me cobraron 10 euros por un Gin-Tonic en Abades Triana: Tonica caliente, camarero lento y encima un puñao de kikos gordos que estaban pasado. Ni un turista y eso que esta en frente de la Torre del Oro. Les doy 1 año de vida. Jacobo

5:28 p. m.  
Blogger Angelmo said...

El pueblo Newyorquino es un pueblo que se lo cree. Que siente su ciudad como propia y no como la responsabilidad de otros.
Eso lo da la cultura y el tiempo.
La mayoría de nuestros conciudadanos ni tienen cultura ni pierden el tiempo en pensar un poco. Es lo que hay y da pena.

12:14 p. m.  
Blogger Jesús Cotta Lobato said...

Creo que a los estadounidenses les cunde muchísimo más el dinero que se ganan con el curro. Nosotros aquí somos incapaces de darnos cuenta de qué gran potencial tendría nuestro dinero en una sociedad sin tanta subvención, sin tanto funcionario y sin tanta consejería. Un abrazo

1:54 p. m.  
Blogger El Caliz de la Canina said...

Triduo en San Gregorio.No faltes


Un abrazo canino.

8:33 p. m.  
Blogger jose said...

Vía libre para que Gas Natural compre FENOSA saltándose las condiciones de la C.E.
¿Saben Vds. dónde irá a parar el IVA de todos los recibos de la luz de Galicia?
Exacto, a Montilla. Poco a poco..., paso a paso..., y nadie se da cuenta de nada, o no nos queremos dar cuenta. Luego no nos tiremos de los pocos pelos que nos quedan.

9:10 a. m.  
Blogger arquitectomirobenito said...

Paco, ¡tu programa "Ojos que nos ven" genial como siempre!.Una pena,penita,pena la dimisión de Lolo...
Una cosa,jejeje, ¿cuando van a hacer un anuncio nuevo los del Centro Capilar Mariano García?, que el sr. mayor del comienzo del anuncio, tiene que estar ya o mascando malvas,o con una melena como Sandokan,jajajaja, y además el "Diez Minutos" que lleva en la mano, es de cuando "la Pantoja" adoptó a Chabelita,jejejeje...
¡Un abrazo, y seguid así de bien!

1:39 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

La felicidad es la esperanza de los pueblos desgraciados por eso Sevilla ahora es feliz. I Love NY

5:11 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

tambien se puede decir: La esperanza es la felicidad de los pueblos desgraciados.....

5:14 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Hablando de N.Y., recomiendo el libro "Historias de Nueva York" de Enric Gonzalez. Una delicia.

Si el autor del blog no esta de acuerdo con esta entradilla ruego lo borre.

Alejandro.

1:38 p. m.  

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