After Chaves

En Londres no se hablaba de otra cosa durante el pasado ‘week-end’. Las conversaciones en los pubs de cerveza negra y ‘fish and chips’ giraban en torno a la visita del ilustre presidente que estaba pasando el fin de semana en la capital del Támesis. Incluso la BBC programó un debate especial para la noche del sábado con un ingenioso título que servía para abrir el debate sucesorio al que un lustro de éstos tendrá que someterse el Churchill de Andalucía: “After Chaves”. A la pobre traductora del ‘premier’ andaluz tuvieron que atenderla en el servicio de Neurología del Travel Clinical Royal Free: el dolor de cabeza que le produjo la sintaxis chavesiana estuvo a punto de llevársela por delante.

Chaves en Londres pudo disfrutar, una vez más, de ese concepto que en inglés se denomina precisamente ‘free’, y que en castellano se conoce como gratis total. De ‘shopping’ por la cara y de viaje sin gastar un euro en estos tiempos que corren tanto que el final de mes empieza cuando aún no se ha doblado el cabo del día quince. ¿Alguien cree que un personaje con el gracejo y el salero de Donmanuel sirve para promocionar el turismo andaluz en la capital londinense? Otra cosa es que haya aprovechado para hacerle los mandados a Antoñita, la primera dama, la Thatcher oculta que volverá con toda la pompa y circunstancia de la época imperial en que vivimos al remodeladísimo palacio de San Telmo.

En Londres se ha demostrado una vez más que a Chaves todo le sale ‘free’. El turismo de fin de semana, ‘free’ total. Las contrataciones de sus familiares en la propia Administración pública o en sus empresas auxiliares, ‘free’ total. Los escándalos de esos asesores cuya misión les viene tan grande como el pijama de King Kong o de King África, ‘free total’. La persecución a dos periodistas con sentencia incluida que demuestra la veracidad de un espionaje aún no han aclarado los fontaneros que manejan las cañerías del sistema, ‘free’ total. Del incumplimiento de promesas electorales, ni hablamos.

Todo gratis. Incluida la corrupción que ha aflorado en la Diputación de Granada y que ha pasado como el rayo de sol por el cristal: sin romperlo ni mancharlo. En una democracia sana y con nervio, este acoso laboral se habría convertido en la gran noticia de la legislatura. Repasemos los datos de una historia que ya cuenta con el refrendo de una sentencia judicial. Una empleada de una empresa que presta servicios a la Diputación granadina sufre el acoso laboral programado desde la sede del PSOE para enchufar a miembros del partido después de despedir a los que no lleven el carné en la boca. Ni en los tiempos del caciquismo de la Restauración se llegaba a tanto. Aquí ya no esperan a ocupar los cargos libres. Esta falta de escrúpulos debería haber encendido las luces de alarma del sistema democrático, pero ya se sabe que los sindicatos del régimen siempre miran para otro lado: para los acuerdos de concertación donde se negocia la tela del telón.

La corrupción se ha instalado en Andalucía como si fuera un elemento más del paisaje. Casi nadie la critica. Se tapa con la tierra que sobra después de llevar a cabo las exhumaciones de las fosas comunes que está dando un rédito político directamente proporcional a la bajeza moral en la que están cayendo sus manipuladores. Se echa tierra encima de la corrupción para que no huela a podrido en esta Dinamarca sin buganvillas, que diría el recordado Félix Bayón: recordado por unos y olvidado por otros.

Chaves en Londres. Manolo in London. Venenciadores y cortadores de jamón. Andalucía de sol embotellado y de playas dispuestas para el turista inglés. Aquí seguimos en lo de siempre. Cuando le comunicaron el enchufismo y el acoso laboral al ‘premier’ andaluz, la respuesta del sargento Gaspar fue contundente: “Sin novedad en el cuartel, mi presidente”. Y era verdad.