Los manolitarios
Lopera se llama a sí mismo la mayoritaria (sic) porque habla en nombre de la empresa que posee la mayoría de las acciones del Betis. De este loperismo han extraído los virtuosos de la ironía un vocablo que tiene mucha guasa: la manolitaria. En Andalucía ocurre lo mismo cuando nos asomamos al panorama político. El otro Donmanuel es el representante de la empresa mayoritaria de la región o de la realidad nacional, que por eso no vamos a discutir. Y sus incondicionales son, como no podían ser menos, los manolitarios.
¿Cómo se distingue un manolitario? Es muy fácil. Cuando habla del presidente andaluz no se refiere a él como Chaves, o como Erchave, que diría un votante castizo que piensa en su fuero interno que la pensión o el subsidio, vulgo paga, se lo apoquina Erchave de su propio bolsillo. Ni Chaves ni Erchave. El manolitario o la manolitaria hablan siempre de Manolo. Y cuando se pasan de rosca –o de copas pagadas con el dinero público del cóctel de turno- entonces se tiran al epíteto y lo llaman el bueno de Manolo.
Los manolitarios acompañan a Chaves, o a Manolo, allí donde quiera que va. Si en Guadalajara se celebra la Feria Internacional del Libro, allá que van los manolitarios y las manolitarias para que no le falte compañía al presidente. Viajaron en Bussines Class, que en este caso se pronuncia bisnes clac. Eran la clac del presidente y a la vez –o a la misma vez, que diría el otro Donmanué- desempeñaban el papel de azote de la oposición. ¡Qué valientes son estos progres manolitarios! ¡Qué cantidad de bemoles le echan al asunto cuando se trata de criticar a los que no ostentan el poder!
A la Feria de Guadalajara acudieron los escritores, verdaderos artífices del libro, en clase turista. Se alojaron en un hotel muy arregladito donde también se hospedó, dicho sea de paso y en honor a la verdad, la directora general del Libro: Rafaela Valenzuela trabajó de lo lindo durante los días de la muestra y demostró dónde está la línea que separa al currante del gorrón. Los escritores estuvieron el tiempo justo y necesario para su labor. Pero los manolitarios son otra cosa.
Como siempre hubo clases, los manolitarios se alojaron en hoteles más lujosos y viajaron en primera. ¿O es que alguien puede pensar que todos somos iguales? ¡Faltaría más! La pandilla de Manolo estaba formada por un ejército pacífico y pacifista de burócratas a sueldo, de paniaguados con jamón, de propagandistas adyacentes, de aduladores áulicos. Los de siempre. Los mismos y las mismas. Para que pudieran justificar el paripé se organizaron mesas redondas por medio de la dirección general de la Cuadratura del Círculo. Y allá que fueron en sintonía y armonía, vulgo buen rollito.
Todo esto no lo contamos de oídas, sino de primera vista. Los que estuvimos allí trabajando no tenemos que pedirle perdón a nadie. Ni vamos a callarnos la boca para que los manolitarios no se molesten. La democracia es así. Y la libertad, también. Lejos quedaron, o deberían quedar, los tiempos de las adhesiones inquebrantables. Separemos el grano de la paja, y pongamos al escritor en su sitio y al manolitario en el suyo. La FIL de Guadalajara ha sido un éxito para el sector editorial andaluz. En la Junta hay gente que ha trabajado mucho y bien para aprovechar esta oportunidad. Pero esto no es óbice para que denunciemos en voz alta la desfachatez de un régimen que aprovecha cualquier oportunidad para tejer su red clientelar.
En estos casos, uno está más cerca de Santos Rodríguez, el protagonista de La conspiración de la fortuna, novela imprescindible del escritor mexicano Héctor Aguilar Camín: “un liberal perdido en los meandros de una vida pública autoritaria que recelaba de los individuos autónomos y gustaba de los cómplices leales”. Pongamos manolitario donde Aguilar Camín habla de cómplices leales y entenderemos en qué se parecen México y Andalucía.
¿Cómo se distingue un manolitario? Es muy fácil. Cuando habla del presidente andaluz no se refiere a él como Chaves, o como Erchave, que diría un votante castizo que piensa en su fuero interno que la pensión o el subsidio, vulgo paga, se lo apoquina Erchave de su propio bolsillo. Ni Chaves ni Erchave. El manolitario o la manolitaria hablan siempre de Manolo. Y cuando se pasan de rosca –o de copas pagadas con el dinero público del cóctel de turno- entonces se tiran al epíteto y lo llaman el bueno de Manolo.
Los manolitarios acompañan a Chaves, o a Manolo, allí donde quiera que va. Si en Guadalajara se celebra la Feria Internacional del Libro, allá que van los manolitarios y las manolitarias para que no le falte compañía al presidente. Viajaron en Bussines Class, que en este caso se pronuncia bisnes clac. Eran la clac del presidente y a la vez –o a la misma vez, que diría el otro Donmanué- desempeñaban el papel de azote de la oposición. ¡Qué valientes son estos progres manolitarios! ¡Qué cantidad de bemoles le echan al asunto cuando se trata de criticar a los que no ostentan el poder!
A la Feria de Guadalajara acudieron los escritores, verdaderos artífices del libro, en clase turista. Se alojaron en un hotel muy arregladito donde también se hospedó, dicho sea de paso y en honor a la verdad, la directora general del Libro: Rafaela Valenzuela trabajó de lo lindo durante los días de la muestra y demostró dónde está la línea que separa al currante del gorrón. Los escritores estuvieron el tiempo justo y necesario para su labor. Pero los manolitarios son otra cosa.
Como siempre hubo clases, los manolitarios se alojaron en hoteles más lujosos y viajaron en primera. ¿O es que alguien puede pensar que todos somos iguales? ¡Faltaría más! La pandilla de Manolo estaba formada por un ejército pacífico y pacifista de burócratas a sueldo, de paniaguados con jamón, de propagandistas adyacentes, de aduladores áulicos. Los de siempre. Los mismos y las mismas. Para que pudieran justificar el paripé se organizaron mesas redondas por medio de la dirección general de la Cuadratura del Círculo. Y allá que fueron en sintonía y armonía, vulgo buen rollito.
Todo esto no lo contamos de oídas, sino de primera vista. Los que estuvimos allí trabajando no tenemos que pedirle perdón a nadie. Ni vamos a callarnos la boca para que los manolitarios no se molesten. La democracia es así. Y la libertad, también. Lejos quedaron, o deberían quedar, los tiempos de las adhesiones inquebrantables. Separemos el grano de la paja, y pongamos al escritor en su sitio y al manolitario en el suyo. La FIL de Guadalajara ha sido un éxito para el sector editorial andaluz. En la Junta hay gente que ha trabajado mucho y bien para aprovechar esta oportunidad. Pero esto no es óbice para que denunciemos en voz alta la desfachatez de un régimen que aprovecha cualquier oportunidad para tejer su red clientelar.
En estos casos, uno está más cerca de Santos Rodríguez, el protagonista de La conspiración de la fortuna, novela imprescindible del escritor mexicano Héctor Aguilar Camín: “un liberal perdido en los meandros de una vida pública autoritaria que recelaba de los individuos autónomos y gustaba de los cómplices leales”. Pongamos manolitario donde Aguilar Camín habla de cómplices leales y entenderemos en qué se parecen México y Andalucía.
4 Comments:
Hay algunos escritores que viven de su papel de agradaores del regimen, sea el regimen que sea. Luego cambia la marea y los agradaores pasan a la oscuridad del anonimato en el mejor de los casos. Pero a mí lo que me sigue maravillando es que en un pais como México, (con una renta mucho más baja que nosotros) la gente esté mentalizada a que la cultura no tiene que estar pensionada.
A ver si aprendemos. Y no me cuenten la milonga de que los libros y el teatro son caros, que más caro es el ron brugal y los juegos de la Play.
¿Ese es realmente el problema?¿O el problema sería que todo está un poco o un mucho podrido?
¿Acaso eso mismo no lo haría otro partido, otro presidente?
Personalmente, el estomago me da un apretón cada vez que enciendo el televisor y veo en el NO-DO de canal sur, la figura del amado regidor de nuestro destino; pero, ¿de verdad hay alguna alternativa?.
¿Conocemos el caso de alguien, que se haya dedicado mucho o poco a la política, y no haya vivido comodamente el resto de sus días?
Porque vivimos en una realidad, que muy a menudo nos empeñamos en no ver. ¿Algún ayuntamiento, con un gobierno sin ataduras, no arrima el ascua a la sardina de los que gobiernan? ¿De verdad hay alguno en toda España?
Me gustaría de verdad, que alguien me dijera, cual es esa administración, local, regional, "nacional" o lo que sea, en la cual mirasemos uno a uno a sus componentes, y no pudieramos encontrar un cuñado, un primo, un hermano, un hijo o una esposa/o; que no esté enchufado en dicha administración o una empresa que tenga relación con esta.
Y es que la experiencia, nos enseña, que Manolito, no hay mas que uno (gracias a Dios); pero presidentes de lo que sea, con una larga cola de gente trajeada (no se sabe muy bien que hacen o quien les paga), hay cientos.
Deberiamos concentrarnos en eso, lo demás, es pura anecdota. Por cierto Paco, le escucho a diario, reciba un cordial saludo.
Pues sí con los manolitos, que está el patio que no vea. Me parece indignante esos viajes que pagamos todos los ciudadanos y que en mi opinión no deberían ser tan ostentosos, más bien, como diríamos nosotros, sencillitos. La verdad, querido Paco, es que has dicho una pura verdad, no te falta razón alguna, pero por otra parte sigo preguntándome si realmente tenemos lo que nos merecemos. La verdad es que pienso que NO nos lo merecemos, pero bien es verdad que muchos andaluces y sevillanos que no están conformes con lo que ven y leen no hacen más que callar y criticar en sus casas, como si no pudiéramos tener la libertad suficiente como paa alzar la voz y decir a los cuatro vientos que: ¡ya basta señores manolitarios!
Esta señora es indigna de presidir una institucion educativa. Se imaginan ustedes lo contrario con simbolos no creyentes?. Si algo así se hubiera producido, seguro que hubieran incendiado el instiuto, pero esas cosas a lo mejor no les recordaria nada desconocido.
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