sábado, diciembre 16, 2006

Tomate marroquí



Allí hay tomate. En Marruecos, donde se cultiva uno de los mejores productos que nuestros antepasados trajeron de América, hay tomate. Mucho tomate. De momento hemos invertido 200.000 euros en un museo que es una joya para que Chaves tenga una excusa para bajarse el moro, dicho sea sin ánimo de ofender a nadie. Si en Andalucía es Erchave para sus votantes más fieles, en el cortijo de Mohamed se refieren al augusto presidente andaluz con el artículo árabe que para nosotros es contracción. “Vamos a recibir con mucho gusto Al-Chaves”.

El bueno de Manolo es como Almanzor pero al revés. En vez de razzias hace donaciones. Ya sabemos que la diferencia entre la caridad y la solidaridad es que la primera se ejerce con el dinero propio, y la segunda con el ajeno. En Marruecos reciben Al-Chaves con los brazos abiertos. De vez en cuando va por allí y les deja un sobrecito que contiene el dinero que pagamos todos a escote con nuestros impuestos. A cambio, el rey lo trata a cuerpo de príncipe. Que no le falte ni un perejil, dicho sea de lo de perejil en todos los sentidos peninsulares e insulares del término.

Nosotros donamos 200.000 euros para un museo y Mohamed VI se gasta 2.000 millones de los mismos euros en cazabombarderos que le compra a Francia. A ver quién es capaz de atar esa mosca por el rabo. A ver quién explica, ahora, el sentido profundo de la perla que soltó Al-Chaves para justificar su viaje al protectorado andaluz. Sostuvo Al-Chaves que la mejor cooperación con Marruecos era la cultural, y dentro de la cultural, la museística. Esto es arrimar el ascua a la sardina: a ver si aprenden los que tienen que lidiar con el régimen alauita a la hora de firmar acuerdos de pesca. Pues nada, a fundar el mueso de la patera para terminar con ese tráfico inhumano que consiente el rey que trinca nuestras donaciones mientras exhibe deportivos de lujo y palacios de ensueño. Sus súbditos cruzan el estrecho en pateras y él se dedica a esquiar en las estaciones más selectas de Suiza.

A todo esto, la progresía andaluza ve con muy buenos ojos esta colaboración con un régimen como el marroquí. Para justificar este montaje echan mano del cinismo diplomático, valga la redundancia. Son los mismos y las mismas que luego aplauden los gestos bordes hacia Estados Unidos en nombre de un puritanismo que luego olvidan en cuanto hablan de Marruecos. A cambio, Mohamed VI compra cazabombarderos a Francia para estrechar lazos con la Alianza de Civilizaciones que promueve Zapatero. ¿O no debemos interpretar esta compra de armamento en ese sentido?

Tres viajes en un año dan para mucho. Los dos primeros dieron para tanto, que Al-Chaves no le quedó nada por hacer en el último. Un viaje oficial sin contenido político. ¡Eureka! Si esto es así, ¿para qué fue el presidente andaluz por enésima vez al país amigo? ¿Para inaugurar un museo que ha recibido la calderilla de 200.000 euros? Una calderilla, por cierto, que le vendría bien a más de un monumento andaluz dejado de la mano de Dios, del diablo y de los laicos de temporada que ahora presumen de manifiesto laicista y que dentro de tres meses estarán presidiendo procesiones por toda Andalucía: y en Marruecos porque no hay cofradías al uso, que si no...

Cuando decimos que en Marruecos hay tomate, más de un baranda de la Junta se tentará la ropa. En la política internacional no se hace nada gratis ni por amor al arte. ¿Por qué nos gastamos nosotros el dinero y los franceses se lo llevan en forma de contratos militares? ¿De dónde le viene Al-Chaves esa generosidad con el vecino del sur? Este tema no le sirve al poder andaluz para tapar sus vergüenzas. Por eso no sale, como la Operación Malaya, en los programas del corazón. Aunque podría hacerlo en un momento dado. Como se dijo antes, en este asunto de las subvenciones a Marruecos hay tomate. Mucho tomate...