El Pocero andaluz
“Electoralismo es hacer promesas que no se cumplen”. Palabra de Chaves. Te alabamos, Manolo. Esto es para miccionar y no echar gota. Que le preparen un sillón en la Real Academia al presidente de la Junta de Andalucía, un sillón que ocupará en cuanto deje su cargo después de haberse llevado veinte años en la poltrona. La RAE debería editar las obras completas de nuestro Donmanuel junto con los hallazgos del otro Donmanué. Sería algo así como un nuevo pacto del Betis con Chaves y Lopera como aliados. De la ‘asandía’ loperiana, a la coalición (sic) de buques en el Estrecho de Gibraltar, o al tiro por la cuneta que no lo mejoran ni las greguerías de Ramón.
Si electoralismo es hacer promesas que no se cumplen, ¿quién puede presumir de electoralista más que el prometedor Chaves? El presidente andaluz promete aunque no pueda prometer lo prometido, que Canal Sur se encargará de entretener a las amas de casa con ese estilo ‘chavacano’, con uve de Chaves, para que no le recuerden sus promesas de sueldos al estilo Nescafé o de vacaciones gratuitas. De todo lo que perpetra el régimen andaluz, nada tan sangrante como esa fórmula chabacana que deriva en ‘chavacana’ y que sume a las mujeres que más necesitan la cultura en consumidoras de basura en ‘tapergüé’. De La Barraca de Lorca, a las burracas que se pasean por la pasarela mediática andaluza mientras las feministas del régimen asienten y callan.
El electoralismo, a todo esto, no consiste en prometer lo que se sabe de antemano que no se va a cumplir. Eso es engañar, estafar y mentir. Que cada uno aguante su vela o su cirio pascual, porque el régimen ha terminado con la cera que arde en la propaganda institucional y que les apoquinamos entre todos con nuestros impuestos. El electoralismo se produce cuando se emplean los recursos del poder en una eficaz campaña propagandística cuyo único objetivo es obtener el rédito del voto. En eso se distingue la democracia del caciquismo. A ver si nos vamos enterando.
Lo que sucede en Andalucía es que el régimen no practica ni siquiera el electoralismo, pues incumple sus promesas con una habilidad pasmosa. Si los vascos presumen de RH negativo, los andaluces podemos tirarnos el farol de poseer los mejores índices de amnesia política. Las obras públicas se dilatan en el tiempo sin que nadie le reclame nada al poder. Las ciudades de la Justicia se levantan o no, que eso es lo de menos. ¿El metro? Eso se queda para los fachas de la Comunidad de Madrid que construyen 90 kilómetros en tres años mientras nosotros seguimos con la línea 1 de Sevilla abierta en canal desde el siglo pasado: se inició, por si alguien no lo recuerda, en 1999.
Y ahora viene el bueno de Manolo con su promesa de construir miles de viviendas como si fuera el Pocero andaluz. Viviendas para todos y para todas mientras crece la desconfianza hacia los andaluces allende nuestras autonómicas fronteras. ¿Cómo es posible que reclamemos una deuda histórica en Madrid mientras aquí se atan los perros con caña de lomo y se prometen vacaciones para las amas de casa y viviendas sin ahogos hipotecarios? No es Carod Rovira todo lo que separa. Mucho ojo con lo que se pide por un lado y con lo que se ofrece por el otro. A ver si nos vamos a comer la gallina con los huevos de oro de la solidaridad dentro.
Habrá que explicarles a catalanes y madrileños que las viviendas del Pocero andaluz no son más que puro electoralismo. Y si les queda alguna duda, les recitamos como un mantra chavesiano la definición de electoralismo que nuestro Pocero virtual ha acuñado con su maestría léxica: “electoralismo es hacer promesas que no se cumplen”. Cambien la palabra promesas por el vocablo viviendas y comprobarán que Pocero sólo hay uno y trabaja en Seseña.
Si electoralismo es hacer promesas que no se cumplen, ¿quién puede presumir de electoralista más que el prometedor Chaves? El presidente andaluz promete aunque no pueda prometer lo prometido, que Canal Sur se encargará de entretener a las amas de casa con ese estilo ‘chavacano’, con uve de Chaves, para que no le recuerden sus promesas de sueldos al estilo Nescafé o de vacaciones gratuitas. De todo lo que perpetra el régimen andaluz, nada tan sangrante como esa fórmula chabacana que deriva en ‘chavacana’ y que sume a las mujeres que más necesitan la cultura en consumidoras de basura en ‘tapergüé’. De La Barraca de Lorca, a las burracas que se pasean por la pasarela mediática andaluza mientras las feministas del régimen asienten y callan.
El electoralismo, a todo esto, no consiste en prometer lo que se sabe de antemano que no se va a cumplir. Eso es engañar, estafar y mentir. Que cada uno aguante su vela o su cirio pascual, porque el régimen ha terminado con la cera que arde en la propaganda institucional y que les apoquinamos entre todos con nuestros impuestos. El electoralismo se produce cuando se emplean los recursos del poder en una eficaz campaña propagandística cuyo único objetivo es obtener el rédito del voto. En eso se distingue la democracia del caciquismo. A ver si nos vamos enterando.
Lo que sucede en Andalucía es que el régimen no practica ni siquiera el electoralismo, pues incumple sus promesas con una habilidad pasmosa. Si los vascos presumen de RH negativo, los andaluces podemos tirarnos el farol de poseer los mejores índices de amnesia política. Las obras públicas se dilatan en el tiempo sin que nadie le reclame nada al poder. Las ciudades de la Justicia se levantan o no, que eso es lo de menos. ¿El metro? Eso se queda para los fachas de la Comunidad de Madrid que construyen 90 kilómetros en tres años mientras nosotros seguimos con la línea 1 de Sevilla abierta en canal desde el siglo pasado: se inició, por si alguien no lo recuerda, en 1999.
Y ahora viene el bueno de Manolo con su promesa de construir miles de viviendas como si fuera el Pocero andaluz. Viviendas para todos y para todas mientras crece la desconfianza hacia los andaluces allende nuestras autonómicas fronteras. ¿Cómo es posible que reclamemos una deuda histórica en Madrid mientras aquí se atan los perros con caña de lomo y se prometen vacaciones para las amas de casa y viviendas sin ahogos hipotecarios? No es Carod Rovira todo lo que separa. Mucho ojo con lo que se pide por un lado y con lo que se ofrece por el otro. A ver si nos vamos a comer la gallina con los huevos de oro de la solidaridad dentro.
Habrá que explicarles a catalanes y madrileños que las viviendas del Pocero andaluz no son más que puro electoralismo. Y si les queda alguna duda, les recitamos como un mantra chavesiano la definición de electoralismo que nuestro Pocero virtual ha acuñado con su maestría léxica: “electoralismo es hacer promesas que no se cumplen”. Cambien la palabra promesas por el vocablo viviendas y comprobarán que Pocero sólo hay uno y trabaja en Seseña.
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