“En Sevilla unos viven / del escenario / y otros tantos malviven / de hacer el palco. / ¡Vaya comedia! / Media Sevilla aplaudiendo / a la otra media”. La seguidilla del fino y mordaz poeta José Antonio Ramírez Lozano, sevillano de adopción y de vocación que no practica el arte de la ojana, describe el corral de la comedia en que los sevillanos han convertido la ciudad. Este corral de comediantes empeñados en parecer lo que aparentan y en aparentar lo que no son se convierte en el corral de la tragedia cuando llega el mes de abril. De la platea de la plaza de San Francisco, a la plaza cerrada de los toros donde la ciudad vuelve a convertirse en una suma de sus dualidades: el sol y la sombra, la barrera y la grada, el abono y el mangazo: media Sevilla invitando a la otra media.
Esta plaza que antes provocaba sarpullidos en la piel sensible de la progresía hispalense, que no sevillana, se ha convertido ahora en centro de peregrinación laica para los que en el pasado despotricaban de semejante antro reaccionario. Han cambiado los tiempos y han cambiado los hábitos de aquellos monjes que lucían barba y trenka y que hoy van revestidos de trajes de impecable corte aderezados con corbatas de fina seda italiana. Son los nuevos señoritos que siempre aspiraron a lucir los modos y manera de los maestrantes que tanto horror les provocaban y que fueron el silencioso modelo que regía sus vidas y destinos.
No hay más que tener ojos para ver y un poco de libertad para decirlo en voz alta o para escribirlo en un periódico que nos permita ese lujo. Están perfectamente colocados en las barreras, en el callejón, en los balconcillos, en los lugares estratégicos que les permiten dejarse ver para dejar claro quién manda en la ciudad. Y para que no haya lugar a ninguna duda, en el Paseo Colón, que no Paseo de Colón, han reservado un amplio espacio para sus coches oficiales. Las señales de tráfico instaladas en la acera donde se le rinde culto estatuario a Carmen y a Pepe Luis Vázquez no engañan. Placas donde se mezclan, como en la plaza, el azul y el rojo en una simbiosis cromática impensable hace treinta años.
¿Por qué consiente el pueblo que ha de sufrir atascos y retrasos en las obras públicas estas maneras de señorito rancio? ¿Por qué no alza nadie la voz y les dice en su cara que no es de recibo ir a los toros en coche oficial? ¿Por qué hemos de pagar las dietas de los conductores mientras el señorito pega el mangazo en la Maestranza y luego vuelve a casa, o a la Feria, en el vehículo oficial que le permite moverse sin problema alguno por la ciudad que es un calvario para el resto de los ciudadanos? Si tenemos en cuenta que los progres revenidos y reconvertidos en militantes del ecologismo oficial ven con buenos ojos estas prácticas, y las califican como transporte público, entonces comprendemos que media Sevilla se ría de la otra media aunque las mitades no sean ni mucho menos proporcionales.
Durante estos días habrá muchos sevillanos que se tiren el farol bajo los farolillos del Real que no responde a su nombre: no hay nada tan poco real, tan falso e impostado como la Feria de Sevilla, una de las más bellas mentiras que ha dado la ciudad. Pero nunca podrán superar las cotas que han marcado estos progres reciclados en señoritos de nuevo cuño. Mandan en la ciudad sin necesidad de apuntarse en los añejos círculos que prolongan la agonía decimonónica del casino que bosteza en tardes de sopor. Mandan en las instituciones oficiales, en las empresas públicas, en las cajas de ahorro donde se reparte la manteca colorá, en las asociaciones de todo tipo: sindicales, empresariales, vecinales...
Por eso caen en la trampa de la Maestranza, esa sirena que los convoca cada tarde con el canto de su belleza dormida, con la fina arquitectura de mujer rotunda y tostada al sol declinante, con las notas tibias que Tejera le arranca al pasodoble, con el bordado del traje de luces que semeja el manto virginal de su encanto femenino y sutil. Los llama y ellos no pueden resistirse a la fascinación que ejerce la aristocracia que en Sevilla siempre se conoció con el nombre del señorito o del maestrante, a elegir. Los amos y señores de la plaza no se han movido de su sitio. Han aguantado las embestidas de la demagogia cuando los progres de antaño gritaban por la Avenida que a los fascistas y burgueses les quedaban pocos meses. ¿Recuerdan? Aquí los únicos que no se han movido de su sitio son los maestrantes. Los otros cambiaron la trenka por el coche oficial que cada tarde los espera en la puerta del corral de la comedia.
11 Comments:
Pues hay más. Lo he visto. Acodados en la barra ferial. Cocidos a güisqui y con el jamón saliendo por las orejas. Y cantando La Internacional. Deberían hacer un casting para entrar en un partido.
Las fiestas de nuestra ciudad,como diria un rancio,son clasistas porque las personas que participan en ella lo son.
Una cosa es cierta los que estan en el mismo sitio son los maeztrantes,los otros si que han cambiado,ellos para mejor y a nosotros nos siguen dando.
P.D.Digale a su compañero Enrique de Miguel,que siga haciendo los mismos comentarios sobre la Semana Santa,la Feria y sobre Sevilla en general,asi vendrá menos gente y los de aquí podremos disfurtar mas.Saludos
Como diría el poeta..."los andaluces se dividen en dos, los que trincan de la teta y los que no"...o como dijo
Ayn Rand en "La Rebelión del Atlas",
"De cada cual según su capacidad; a cada cual según sus necesidades".
http://www.liberalismo.org/articulo/115/62/
P.D.: Se sortea un sombrero cordobés a quién adivine a que me recuerda a mí "la fábrica" y a quién "la familia"...
Excelente artículo, Paco, como siempre. Y magníficas las sevillanas de Ramírez Lozano, inteligentes e incisivas.
que verdad mas grande paco ,que cainismo ,que desmesura impera en esta ciudad ,es lo que nos alumbra y bien hace en denunciarlo pero no lo haga solo en un humilde blog, narrelo
cuando pueda en las ondas para que le llegue a mas gente y sepan por quienes estamos administrados ,hagalo
si tiene oportunidad en el "pograma" del maestro herrera ,un saludo
La socialización de la fiesta no gusta a Paco. Po te aguantas Paco.
Nos aguantamos t´os. No sólo Paco.
Que
no
es
el
Robles
malpensados
que es Paco, el del taco.
Pues nada Ruth, vete un dia de feria a la caseta sociata a ver si los señores del 5J y de los "Pablo Romero" de Juan Llera te convian, pero me da que no porque son muy selectos ellos y no se juntan con el populo. Para eso son Señoritos. Aunque Señoritos sin montura.
La última que Chavez fue convocado a la Maestranza a entregar un premio, llegó con 40 minutos de retrasos injustificado. A eso le llamaba mi abuelo "se te estan meando en la cara y no te vas a dar cuenta hasta que te manchen los pantalones".
Toda la razón del mundo Paco. Cómo lo clavas... felicidades por la entrada...
Hombre, no hay que ser malage, siempre pueden invitar a Ruth a comer salchichas con crema.
Ala en to la cara.
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