martes, diciembre 02, 2008

La ciudad que todo lo traga

La ciudad que todo lo traga
Después del acto de inauguración -por sorpresa y con adelanto sobre la fecha prevista- de la estación de metro del Cristina, con el quiosco enterito y pleno como cápsula del tiempo para que nuestros descendientes puedan conocer qué se cocía en la ciudad, sería justo y necesario un añadido en el texto de la lápida que luce en la Puerta Jerez. “Hércules me edificó, / Julio César me cercó / de muros y torres altas / y el Rey Santo me ganó / con Garci Pérez de Vargas / antes de que mi subsuelo / un quiosco se tragara”.
Los emperadores romanos y los generales del imperio que se extendía por el Mare Nostrum llevaban un siervo que les recordaba a cada paso una máxima de dos palabras que les impedía –o de eso al menos se trataba- que cayeran en el pecado de la soberbia: “Memento mori”. Al cambio, “recuerda que eres mortal”. Los políticos hispalenses han heredado el poder de esta Julia Romula Hispalis, como llamó a la ciudad que luego sería Sevilla el gran Julio César antes de que lo asesinaran al sevillano modo, esto es, de una puñalada por la espalda. Lo malo de nuestros barandas es que no hay nadie que les susurre a cada momento la frase que los colocaría en su sitio: “Recuerda que eres… lo que eres”.
Aquí sucede lo contrario. El alcalde recibe cada dos por tres –el agujero del metro es de seis por seis- las lisonjas de los suyos: “Alfredo, eres el mejor”. Monteseirín lleva, al más puro estilo de los emperadores romanos, los tres nombres que lo definen: Alfredo Buena Gente. Es tan bueno el buen hombre, que cuando apareció por la calle Almirante Lobo -¡qué buen turrón o qué buen socavón!- para hacerse la foto de rigor propagandístico, ni siquiera se acordó de hablar con la familia que regentaba el quiosco hundido. ¡Qué bueno es Alfredo Buena Gente! ¡Qué sensibilidad con los que han sufrido los golpes de los idus de noviembre!
Luego se escondió como si fuera un quiosco más, como si lo hubiera engullido otro socavón provocado por las obras de un metro que son las obras completas de Valle-Inclán: esperpento puro. Desde las cuchillas que no cortaban las gravas porque se habían equivocado al encargarlas, hasta esa tuneladora que perdía aceite por un tubo que no podría ser otro que el tubo de escape. Un géiser, socavones varios, hundimientos de la calzada, cambios de itinerarios para no molestar a los selectos clubes de la clase media hispalense, y retrasos acumulados en nombre de una seguridad que ha brillado por su ausencia.
Para que todo esto pueda suceder sin que ruede cabeza política alguna tienen que darse dos circunstancias: la ciudad ha de estar sin alcalde y el pueblo debe ostentar unas tragaderas dignas de digerir un quiosco entero y pleno con las revistas, los periódicos y hasta los bonobuses dentro. Sevilla lleva nueve años y medio sin un alcalde que se lo crea. En vez del experto en pinceladas y mangazos de gañote que se lleva todo el día diciéndole que es el campeón del progresismo, este Alfredo Buena Gente debería llevar a su lado a un tipo independiente y honesto que le dijera a cada paso la frase de rigor: “Recuerda que eres el alcalde”.
En vez de enseñar los dientes, Alfredo Buena Gente ha escondido la cabeza en el agujero del Cristina como buen avestruz que es. Y luego ha salido volando con esos modos gallináceos que no se pueden disimular. A su lado, la ciudad que se ríe de esta comedia que a punto ha estado de convertirse en tragedia. A Sevilla le cabe el quiosco del Cristina como le cupo, en su día, aquella viga que se cayó sobre la SE-30 sin que nadie asumiera la responsabilidad. El consejero de Obras Públicas es un tipo que ha llegado a ese puesto con el carné en la boca y con las peores prácticas del régimen en el curriculum trepae. Este Luis García dio una rueda de prensa la misma tarde del hundimiento y habló como si aquello no fuera con él, como si no hubiera pasado nada, como si los sevillanos fueran tontos o directamente imbéciles, algo que no hay que descartar visto lo visto y oído lo escuchado.
La Junta no da explicaciones y el alcalde no da la cara, no vaya a ser que se la partan los del partido. Sevilla se recrea en la guasa y hace chistes en vez de convocar manifestaciones. La ciudad se entregó hace tiempo a los nuevos señoritos que la gobiernan o que pasan de ella directamente. ¿Se inaugurará la escuálida línea 1 del metro el 20 de diciembre? Nadie pregunta y nadie responde. “Hércules la fundó, / Julio César la cercó / de muros y torres altas, / y en San Telmo se instaló / Erchave con sus barandas”. Que la tierra del socavón te sea leve, Julia Romula Hispalis, o sea, Sevilla que todo lo traga.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Y Livia Caro Rodriguez sufrió...

9:26 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Mientras haya montaito y servesita, a mi que más me dá...

10:25 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Admirado don Robles: (¡Qué bien se come en sus restaurantes!) Investigue en las entrañas de la Historia Universal y descubrirá que lo que el criado le decía al patricio que mandaba mucho mientras buscaba dónde aparcar la biga, era: "No olvides, oh mindundi de mierda, que eres un soplagaitas y un ablandabrevas y tu santa madre ya lo supo nada más parirte. Y a ver cuando te sacas un abono para las termas, y te lavas, que no se puede estar a tu lado, que hueles como un tigre de Malasia."
Como a los patricios que mandaban mucho les molestaba este tipo de interplaciones, acababan mandando al criado que así les hablaba a que se lo comieran los leones, lo que hizo que Cándido Méndez, que por aquél entonces ya vivía de los presupuestos del Imperio, protestara muchísimo, y consiguió que tan ofensiva retahíla se cambiara por los palabros en latín que usted menciona.

3:26 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

De nada.

3:33 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home