Realidad profesional
Andalucía es, para los que la gobiernan, una realidad profesional. Dejemos de lado las pamplinas que se sacan del magín los prebostes del régimen. Ya está bien de someter la inteligencia a los dictados de quienes han hecho carrera política al amparo de un papelón de pescado frito. Porque así de cruel es la realidad. El secretario de Organización del partido que controla la administración andaluza –en cierto hospital todos los jefes de servicio son del clan- se dedicó, la mítica noche del 28 de febrero de 1980, a comprar pescado frito para que los contables de aquel referéndum pudieran echarle algo al estómago durante la tensa espera. Y ahora, al cabo de los años, viene don Luis Pizarro a convencernos de que somos una realidad nacional. ¡Adiós, Domínguez Ortiz! ¡Hasta luego, Lacomba! ¡Que le vaya bien, profesor Cuenca Toribio!
Uno ha leído a Blas Infante y ha contado en su juventud universitaria con la inestimable ayuda del profesor Ruiz Lagos. Pues nada de esto tiene valor. Aquí hay que seguir el dictado de Pizarro, el intelectual que en vez de escribir en los papeles se dedicó a la inestimable tarea de comprar papelones de chocos y acedías, de adobo y de pescada, que así es como se le llama en Andalucía a la merluza. ¿Lo ven? Señas de identidad en el papel de estraza. Lo que otros veían en las caras de Belmez era lo que divisaba Pizarro en las manchas de aceite que el pescado iba dejando en los cartuchos. Para que luego digan los enemigos de Andalucía.
Porque aquí ya están pisando los monosabios de Manolo Chaves la raya de picadores. Que hagan lo que quieran con ese Estatuto que están traduciendo directamente del catalán. Que se dejen las tardes y las noches en el copieteo, que inventen mil y un artículos para solemnizar la obviedad. Pero que no se pasen de la raya. Que no vengan otra vez con el reparto de carnés de buenos andaluces y con la perversión de llamar malos andaluces a los que se oponen a sus designios o a los que simplemente pasan de semejante mamoneo.
Pizarro ya no tiene que ir a por pescado frito, que para eso le pagamos el coche oficial entre todos. ¿Cuándo imaginó, en sus años sin oficio ni beneficio, que iba a llegar al sitio que ocupa hoy sin necesidad de estudiar una carrera, sin el trámite engorroso de unas oposiciones en las que tendría que demostrar su valía? Imaginen un examen práctico sobre la teoría y la praxis del consumo per cápita en el negocio de la freiduría. Para Pizarro, como para tantos otros, Andalucía es su realidad profesional, el territorio mítico en el que han plantado una estructura de poder que les permite vivir del relato corto sin necesidad de escribir ningún cuento.
Pero no nos quedemos en el simple intermediario, en este individuo al que Caballos le puso el apodo de Fuente: es el altavoz de Chaves, el presidente que en vez de servir al pueblo que lo ha encumbrado al puesto con el que nunca soñó, se dedica a mantenerse en la poltrona a costa del progreso de esa Andalucía que es, para el bueno de Manolo, una simple moneda de cambio. A Chaves no le importa un bledo el Estatuto, sino el mantenimiento de su estatus. Es implacable con el que osa criticar su gestión: hasta el extremo de no honrar a quien ya no tiene esa voz que se dejó, como el alma, para defender la ética y la moral en Andalucía. ¿El bueno de Manolo? Para sus periodistas de guardia, tal vez. Para los que se situaron en la tierra de nadie donde florecen las buganvillas de la crítica, no.
Que Chaves y su altavoz Pizarro se aclaren de una vez. Que nos digan ya si somos realidad nacional o no. Pero que se den prisa, porque no podemos seguir esperando. Que mande Chaves a su fuente predilecta a por unas cuantas señas de identidad. Y si no, que lo mande a hacer el papel que mejor le sale: a comprar un papelón de pescado frito.
Uno ha leído a Blas Infante y ha contado en su juventud universitaria con la inestimable ayuda del profesor Ruiz Lagos. Pues nada de esto tiene valor. Aquí hay que seguir el dictado de Pizarro, el intelectual que en vez de escribir en los papeles se dedicó a la inestimable tarea de comprar papelones de chocos y acedías, de adobo y de pescada, que así es como se le llama en Andalucía a la merluza. ¿Lo ven? Señas de identidad en el papel de estraza. Lo que otros veían en las caras de Belmez era lo que divisaba Pizarro en las manchas de aceite que el pescado iba dejando en los cartuchos. Para que luego digan los enemigos de Andalucía.
Porque aquí ya están pisando los monosabios de Manolo Chaves la raya de picadores. Que hagan lo que quieran con ese Estatuto que están traduciendo directamente del catalán. Que se dejen las tardes y las noches en el copieteo, que inventen mil y un artículos para solemnizar la obviedad. Pero que no se pasen de la raya. Que no vengan otra vez con el reparto de carnés de buenos andaluces y con la perversión de llamar malos andaluces a los que se oponen a sus designios o a los que simplemente pasan de semejante mamoneo.
Pizarro ya no tiene que ir a por pescado frito, que para eso le pagamos el coche oficial entre todos. ¿Cuándo imaginó, en sus años sin oficio ni beneficio, que iba a llegar al sitio que ocupa hoy sin necesidad de estudiar una carrera, sin el trámite engorroso de unas oposiciones en las que tendría que demostrar su valía? Imaginen un examen práctico sobre la teoría y la praxis del consumo per cápita en el negocio de la freiduría. Para Pizarro, como para tantos otros, Andalucía es su realidad profesional, el territorio mítico en el que han plantado una estructura de poder que les permite vivir del relato corto sin necesidad de escribir ningún cuento.
Pero no nos quedemos en el simple intermediario, en este individuo al que Caballos le puso el apodo de Fuente: es el altavoz de Chaves, el presidente que en vez de servir al pueblo que lo ha encumbrado al puesto con el que nunca soñó, se dedica a mantenerse en la poltrona a costa del progreso de esa Andalucía que es, para el bueno de Manolo, una simple moneda de cambio. A Chaves no le importa un bledo el Estatuto, sino el mantenimiento de su estatus. Es implacable con el que osa criticar su gestión: hasta el extremo de no honrar a quien ya no tiene esa voz que se dejó, como el alma, para defender la ética y la moral en Andalucía. ¿El bueno de Manolo? Para sus periodistas de guardia, tal vez. Para los que se situaron en la tierra de nadie donde florecen las buganvillas de la crítica, no.
Que Chaves y su altavoz Pizarro se aclaren de una vez. Que nos digan ya si somos realidad nacional o no. Pero que se den prisa, porque no podemos seguir esperando. Que mande Chaves a su fuente predilecta a por unas cuantas señas de identidad. Y si no, que lo mande a hacer el papel que mejor le sale: a comprar un papelón de pescado frito.
6 Comments:
Creo que lo mejor es lo que dice el antiguo "camarada" de que "al PP le ha caido una especie de maldición, porque si no es imposible explicar que se niegue sistemáticamente a lo largo de los años a que Andalucía tenga el Estatuto que se merece" (tomado textualmente del periódico). Pero es posible tanta desfachatez!!!. ¿Para que queremos un Estatuto que nos merecemos , si después de 25 años seguimos en la COLA de las regiones españolas?, eso sí, siempre nos queda para consolarnos Extremadura, pero, es que allí tambien llevan gobernando 25 años!!!.
Paco, haz un poco de memoria. Pizarro era uno de los líderes en las últimas revueltas estudiantiles de la Universidad de Sevilla. Cuando esa generación de estudiantes nos dejábamos los codos, el trasero y los ojos delante de los libros, él se dedicaba ya a dar el mítin. Una vez pasada la travesía del desierto comprando pescaíto, puede dedicarse a lo que siempre soñó: a chupar de la piragüa. Desde fuera de Andalucía no se entiende qué debate ni qué niño muerto se busca para aprobar la realiadad nacional que nos venden. Aún recuerdo una pintada de los años 70 de un partido ultrarojo: "Andalucía, Califato independiente".Al menos sonaba más poético. Los andaluces de la diáspora no llegamos a comprenderlo. Gente como tú nos ayuda a desenmascarar a estos politicuchos que se han adueñado del cortijo. Gracias de alguien que desde su área no deja de observarte y leerte: el portero verde.
En aclaración al "portero verde". Este Luis Pizarro que menciona Paco Robles es otro, aunque se llaman igual. El "lider estudiantil" es en la actualidad Defensor del Ciudadano en el Ayuntamiento de Sevilla.
Admirado don Paco: Hace unos años don Antonio Burgos en un artículo formuló el siguiente axioma con el que muestro mi total acuerdo: "Todo aquel que en verano calza zapatos de rejilla, no es persona de fiar." Esta afirmación tan rotunda como cierta,no necesita demostración, basta con tener lo que aquí llamamos "un pálpito". Pues bien. A pesar de no haberme leído el Estatut de Andalucía, ni ganas que tengo, sé que de esa gloriosísima parida nada bueno podemos esperar. Y lo afirmo al haber tenido un pálpito en ese sentido al ver a Gaspar Zarrias rompiéndose los brazos aplaudiendo -esa carita colorá, esos sudores - al final de la votación. Como tengamos que seguir dependiendo de esta gente para que el progreso llegue a Andalucía, acabaremos pidiendo limosna en el pais natal de Biri Biri. Esto está para salir corriendo. Créame usted, don Paco. Mariquita el último.
La reforma del Estatuto andaluz da pena; para ser más exactos, dan pena los que la promueven. Manda narices que el Parlamento Andaluz tenga que hacer encaje de bolillos semántico con realidades y naciones para tapar la aberración que Zapatero ha perpetrado con el Estatuto catalán. Diluyamos el bombazo catalán con un enjuage vergonzante y surrealista en Andalucía, ¿no? Vaya asco de "gobernantes" andaluces.
60%, es para sacar pecho ¿que no?
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