Senectudes socialistas
Por sus vídeos los conoceréis. Valga la paráfrasis evangélica para definir a las Juventudes Socialistas que aspiran a suceder nada más y nada menos que a Pepiño Blanco, esa lumbrera que sólo puede compararse con nuestro Luis Pizarro. El cambio permanente, que también se dice. Ya ven cómo se supera el PSOE a sí mismo: de la pizarra de Suresnes al Pizarro de San Telmo. Por sus vídeos conoceréis a los cachorros que no harán otra cosa en la vida que medrar en un partido cuyo único fin es la consecución del poder mediante la deslegitimación de un adversario al que convierte, de vez en cuando, en puro enemigo. Por su vídeo hemos conocido el concepto de Educación para la Ciudadanía que atesoran los juveniles del partido. ¿No quedamos en que esa asignatura estaba concebida para respetar al otro y para enseñarles a los más jóvenes el ejercicio de la tolerancia? Por el vídeo hemos sabido sin necesidad de exámenes que son los jóvenes sociatas los que necesitan de verdad el aprobado en esta asignatura.
Frente a estos niñatos –seamos precisos en los términos- que practican los modos y maneras de los grupos más reaccionarios que siempre hubo en España, la elegancia y el discurso coherente de esos viejos militantes a los que llamaremos, a partir de ahora, las senectudes socialistas. Así, en minúscula, se convierten en personas comunes, en hombres corrientes que pasan olímpicamente de seguir la corriente mayoritaria del rebaño. Las senectudes socialistas están formadas por personas que ya están de vuelta de todo, que analizan la realidad con la lente precisa de la ironía, que mantienen ese difícil equilibrio de la socialdemocracia: entre la utopía y el posibilismo siempre se pueden hacer cositas, que diría Borbolla.
Da gusto hablar con ellos, la sonrisa se convierte a menudo en la carcajada que nos libera de tanta demagogia. Como bien señala Escuredo, con el sectarismo actual no se podría haber conseguido el logro de la transición de una dictadura a una democracia. Y son precisamente los jóvenes los que ahondan en la herida, los que señalan al otro como imbécil y como facha, los que no tienen más argumento que un polo de Lacoste amplificado como la desmesura de su propio vídeo.
Volvamos la vista atrás y convirtamos a las senectudes socialistas en el senado que siempre tuvieron a mano las sociedades más desarrolladas. Más sabe el político por viejo que por diablo. La experiencia acumulada por los hombres que hicieron posible el cambio en España no se puede arrinconar para dejar paso franco a los pepiños intelectuales y a las pajines mentales. Estos socialistas sentimentales de viejo cuño no comulgan con la rueda del molino nacionalista porque su compromiso con la igualdad de oportunidades se lo impide. Ni se echan en manos de una banda terrorista para aislar al enemigo, que para los intereses electoralistas de ZP no es otro que el PP.
Las senectudes socialistas tienen su correlato en los viejos liberales que abandonaron la política por puro cansancio mental. En la derecha se reproducen los esquemas y ahora llegan los profesionales de la política que nada tienen que ver con aquellos profesionales de prestigio que perdían dinero por su dedicación a la res pública. La izquierda ha ganado una vez más la partida y ha convertido el noble ejercicio de la política en una forma de ganarse la vida. La derecha sigue la rueda que marcan los líderes del zapaterismo en nómina. Sólo nos quedan los viejos liberales y los socialistas de toda la vida, los que aún levantan la voz y escriben un artículo o hablan sin miedo a las represalias del aparato. Frente a la grosería progre y reaccionaria de las JJ.SS., la lucidez ética y estética que da pie al razonamiento ilustrado de las senectudes socialistas.
Frente a estos niñatos –seamos precisos en los términos- que practican los modos y maneras de los grupos más reaccionarios que siempre hubo en España, la elegancia y el discurso coherente de esos viejos militantes a los que llamaremos, a partir de ahora, las senectudes socialistas. Así, en minúscula, se convierten en personas comunes, en hombres corrientes que pasan olímpicamente de seguir la corriente mayoritaria del rebaño. Las senectudes socialistas están formadas por personas que ya están de vuelta de todo, que analizan la realidad con la lente precisa de la ironía, que mantienen ese difícil equilibrio de la socialdemocracia: entre la utopía y el posibilismo siempre se pueden hacer cositas, que diría Borbolla.
Da gusto hablar con ellos, la sonrisa se convierte a menudo en la carcajada que nos libera de tanta demagogia. Como bien señala Escuredo, con el sectarismo actual no se podría haber conseguido el logro de la transición de una dictadura a una democracia. Y son precisamente los jóvenes los que ahondan en la herida, los que señalan al otro como imbécil y como facha, los que no tienen más argumento que un polo de Lacoste amplificado como la desmesura de su propio vídeo.
Volvamos la vista atrás y convirtamos a las senectudes socialistas en el senado que siempre tuvieron a mano las sociedades más desarrolladas. Más sabe el político por viejo que por diablo. La experiencia acumulada por los hombres que hicieron posible el cambio en España no se puede arrinconar para dejar paso franco a los pepiños intelectuales y a las pajines mentales. Estos socialistas sentimentales de viejo cuño no comulgan con la rueda del molino nacionalista porque su compromiso con la igualdad de oportunidades se lo impide. Ni se echan en manos de una banda terrorista para aislar al enemigo, que para los intereses electoralistas de ZP no es otro que el PP.
Las senectudes socialistas tienen su correlato en los viejos liberales que abandonaron la política por puro cansancio mental. En la derecha se reproducen los esquemas y ahora llegan los profesionales de la política que nada tienen que ver con aquellos profesionales de prestigio que perdían dinero por su dedicación a la res pública. La izquierda ha ganado una vez más la partida y ha convertido el noble ejercicio de la política en una forma de ganarse la vida. La derecha sigue la rueda que marcan los líderes del zapaterismo en nómina. Sólo nos quedan los viejos liberales y los socialistas de toda la vida, los que aún levantan la voz y escriben un artículo o hablan sin miedo a las represalias del aparato. Frente a la grosería progre y reaccionaria de las JJ.SS., la lucidez ética y estética que da pie al razonamiento ilustrado de las senectudes socialistas.
4 Comments:
Es lo que tienen estos nuevos políticos. A los que nos consideramos de izquierdas pero preferimos pensar a que nos los den todo pensado, nos obligan a ser tan críticos con los ¿nuestros? que casi parecemos de derechas. Y no es que a mí me importe demasiado parecerlo, pero es que la derecha de hoy, civilizada en el fondo, pero torpe y arisca en las formas, se lo pone tan fácil al sereno Zapatero, sus López Garrido y sus Pepiños, que me da un poco de vergüenza ajena.
Magnífico artículo
Saludos
Quizá deberíamos parafrasear aquel eslogan del brandy Soberano. "la política es cosa de hombres", con permiso de Ciudadanas del mundo, que no es por molestarlas, es que el eslogan era así y no existía la brandy Soberana ni nadie tiene culpa de eso.
Claro que como los hombres sean como esa otra campaña que distinguía entre "chicos" de treinta y tantos años con cincuentones sólo por ponerse un perfume, estamos apañados. A tragar y disfrutar del desodorante "Bom Chicka Wah Wah"
Pues yo a esos seniles socialistas,no les he oido abrir el pico cuando se negociaba con ETA,ni cuando excarcelaban a De Juana,ni cuando Otegui era un "hombre de paz",ni cuando se atacaba y vilipendiaba a las víctimas.
Estarán en la senectud,no lo dudo,pero callaban como meretrices.
A estas juventudes que dicen llamarse socialistas y que han trocado el cine de Eisenstein por el Gran Hermano, les daba yo dos herramientas (también con connotaciones rojas) para que empezaran a aportar algo a este país: UN PICO Y UNA PALA y un cerro sembrado de piedras para que lo fueran preparando para la próxima siembra.
Enhorabuena por su artículo. Le advierto que alguno saldrá diciendo que escribir lo que usted escribe es un ejemplo de crispación y no sé que chorrada más. Pero siga así, amigo Paco, que parece que les duele. Un saludo y que vuelva el Baron Dandy.
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