Dos maestros
El pasado lunes acudió al juzgado para seguir el juicio contra el director del periódico que lo llamó hace ocho años largos y contra el redactor jefe que también es algo más que un compañero de trabajo. Se sentía nervioso por dentro aunque su experiencia le decía a cada momento que no había nada que temer. Se jugaba mucho en el envite. Porque él no escribe en un periódico para ganarse la vida. Se sentó en primera fila y no dejó de observar lo que ocurría a su alrededor. Ignoraba –nunca fue un hombre demasiado espabilado, hace poco un capillita lo tildó de carajote en un acto público por lo bajini- que aquella mañana recibiría una lección magistral que jamás olvidaría. Ni leyendo a Malraux aprendió tanto sobre la condición humana.
Allí estaban los dos arquetipos del hombre, frente a frente. Ya lo dijo Kundera: somos meras repeticiones sobre varios temas que se combinan. A un lado, los que mienten descaradamente, los que dudan ante cada pregunta, los que intentan evadirse para salvar el pellejo o la pelliza que los abrigue en el futuro. Sintió pena por esos pobres hombres, en esto se parece a su madre y no hace nada por evitarlo. Pero al otro lado de la humana condición se encontró con dos hombres y un destino con la letra minúscula y cotidiana de lo humano: la verdad. Entre los dos desmontaron la torpe escenografía de la mentira.
Salió contento y feliz. Mucho más feliz que aquella mañana de octubre en que llegó por primera vez al despacho del director después de haberse cortado el pelo: la criatura es así, ¡qué le vamos a hacer! Todo estaba claro. Su respeto por
Hoy se siente orgulloso de escribir en este periódico, de asomarse a la ventana de la libertad que sus lectores abren cada mañana a cambio de un euro. Los periodistas que se sientan en el banquillo son y siguen siendo sus maestros en este oficio que él desempeña con la humildad que es inherente al eterno aprendiz. Cuando le preguntan su profesión no le sale la palabra periodista a la primera, pero está en el camino y un día de estos la dirá sin ningún leve tartamudeo.
Pide perdón por hablar de sí mismo en un artículo donde jamás emplea la palabra ‘yo’, donde la primera persona se queda al otro lado del teclado del ordenador. Cuando salió del juzgado era tarde. Llamó por teléfono a sus hijos desde los jardines donde él jugaba cuando era niño. El pretexto era la comida, el almuerzo que habían tenido que calentarse después de la jornada de clases en el instituto público al que acuden. La realidad era otra. “Sobre la paternidad hay una cosa en el plano sentimental que me afecta mucho: procurar que mis hijos nunca tengan que vivir con una referencia negativa de lo que hizo su padre, negativa en términos de la honestidad, de la verdad” (José Luis Rodríguez Zapatero)
6 Comments:
El artículo inspira cierta ternura. No está mal compartir de vez en cuando con quienes le leen vivencias y emociones.
La guinda perfecta es es final. El autor de la frase pertenece a la facción que se expresa siempre en lenguaje políticamente correcto, eludiendo términos sexistas y expresando cuando le interesa lo de 'ciudadanos y ciudadanas'. El hombre de la voz engolada puso exquisito cuidado en decir "mis hijos". Él solo tiene hijas.
paquito,tu iras mañana con la banderita y el bocadillo pa madrid¿no?.a la convocatoria de tu amigo alcaraz.
Enhorabuena por hacer que esa bola verde parcelada ruede todos los días hasta la cima de la Libertad, a pesar de que, una vez allí, el poder corrupto y corrompido le dé una patada para que vuelva a caer; para que volváis a subirla entre todos los que hacéis El Mundo de nuevo, como esforzados sísifos de la prensa. Más o menos.
Da vergüenza ajena leer cosas tan cobardes, que tanto contrastan con vuestro periodismo, como la columna asquerosa e infecta que escribió en El País (se ha lavado la cara pero, como el cerdo de la fábula que lavaba constantemente doña Antonia "con empeño ya tal que daba en terco...", sigue siendo un periódico del régimen, como lo eran los de Franco. Y es que: "es luchar contra el sino con que vienen al mundo ciertas gentes, querer hacerlas pulcras y decentes, el que nace lechón, muere cochino..."); da vergüenza, decía, leer la columna de un personaje que daría risa si no diera asco, Fernando Santiago, y que es el presidente de la asociación de la prensa de Cádiz, en la que se posicionaba con descarado cinismo y ostentosa sumisión mamporrera al lado de Chaves en esta cruzada (¡Dios -Manolo- lo quiere!)contra la prensa crítica, contra la única que realmente se enfrenta al poder. Así le va... de bien (hasta es jurado del premio Andalucía de periodismo, supongo que para controlar que no caiga en malas manos...). Sinceramente, debéis estar orgullosos de que Chaves os lleve a juicio. Nunca os darán el premio Andalucía de periodismo a ninguno de vosotros, pero, qué diablos, un premio que está, como diría Cela, cubierto de mierda, mejor es no tocarlo que mancha. Sólo hay que escuchar el programa ese de radio que hace otra periodista de raza... de raza..., bueno, no sé de qué raza es pero es una periodista de compañía muy conveniente para un régimen como el que sufrimos, y que tiene el dichoso premio por hacer una cosa semanal sólo de mujeres periodistas (todas de pura raza también, of course)para criticar fundamentalmente a la oposición parlamentaria. POr ejemplo.
En fin, que enhorabuena.
Esos dos maestros tienen un alumno aventajado, leal y valiente. Lo conozco de primera mano. Fuerza y honor, Sr. Robles!
Para el anónio de la pregunta sopbre eel viaje a Madrid: no iré, así que no llevaré ni bandera ni el bocadillo que reparten por aquí, por la Andalucía del régimen, los que todos sabemos. En este asunto estoy con las víctimas y con el Gobierno cuando detiene y pone a disposición de la Justicia a los criminales, como está haciendo ahora. ¿Está claro? Gracias por la pregunta y reciba un afectuoso saludo,
Paco Robles
Sr. "anónimo", ¿como sabe lo del bocadillo?. Pero además algo más: Mi respeto y admiración a toda esa gente que se monta en un autobus y se mete 540 Km. para defender a las victimas del terrorismo en un día tan frio y triste como ha hecho hoy. De verdad, como dijo Brecht, esos son los imprescindibles...
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