Bendita crisis

Bendita crisis que has propiciado un retorno a la humildad consustancial con las señas de identidad de Andalucía, ese pueblo viejo y sabio que nunca aspiró a convertirse en el más rico de cuantos integran España, nación de naciones que debe rendir tributo a sus nacionalidades históricas hasta el punto de recortar los presupuestos de las regiones más pobres para que no falte de nada en las más ricas. El pobre se muere si se harta de pan y el rico desfallece si le falta el jamón: esto debería tenerlo en cuenta nuestro líder natural y sobrenatural a la hora de negociar con Zapatero. Los andaluces siempre queremos volver a ser lo que fuimos: los últimos de la clase.

Bienvenida sea la crisis que nos permitirá redescubrir, como sentenció nuestro líder natural y sobrenatural en su discurso de fin de año, la belleza de Andalucía, el color de sus paisajes, el fulgor de sus atardeceres, la línea del horizonte que en sus playas se dibuja como en ningún otro lugar del mundo, el frescor de sus noches de verano, la luz que marca a fuego los salvajes mediodías estivales… El andaluz no necesita gastar el oro y el moro –con perdón- en viajes que lo lleven más allá del territorio que contiene todas las beldades del orbe. “Como en Andalucía, en ningún sitio”. Que le pongan música de Chambao y un fondo de paisajes andaluces: la playa del Algarrobico, el urbanismo del gilismo marbellí, la balsa de Aznalcóllar, el grandioso espectáculo de un buque hundido frente a la Bahía de Algeciras…

Bienaventurados y bienaventuradas los andaluces y las andaluzas que gracias a esta crisis podrán compartir los transportes públicos, algo que antes no sucedía porque se dejaban embaucar por el canto de sirena del vehículo propio, santo y seña del individualismo neoconservador que nos invade. Los andaluces y las andaluzas volverán a encontrarse en el autobús, ágora rodante que antes de llegar a la parada le sirve al usuario para practicar el saludable ejercicio de la espera y la paciencia, virtudes que el capitalismo sin escrúpulos intenta machacar a toda costa.

Más bienaventurados y bienaventuradas –obsérvese la perspectiva de género del nuevo sermón de María del Monte y de Manolo de la montaña- serán si en vez de compartir el autobús, vulgo coche de línea, optan por desplazarse por sus propios medios locomotores. En ese caso comprobarán que Andalucía se ha hecho para recorrerla a pie, un placer que se pierden los próceres que se ven amarrados al mullido asiento del coche oficial, ese lugar ajeno a las bondades de la crisis. Nunca podremos agradecerle a la casta dominante el sacrificio que hacen por nuestro bienestar. ¡Cuántos paseos se pierden! ¡Cuántas charlas compartidas en el autobús! ¡Cuántas fragancias corporales no hollarán jamás sus respectivas pituitarias así lleguen los meses del calor!

Bendita sea por siempre la crisis que alejará el fantasma de una Andalucía donde la gente progrese económicamente, lo cual sólo serviría para que cometiera el nefando pecado de olvidar que todo se lo debe al líder natural y sobrenatural. Bendito PER sécula seculorum, bendito ERE que alejas el suplicio del madrugón, que liberas al cuerpo que ha nacido para los placeres de la vida y no para el tormento del trabajo.

Gracias a la crisis, que nos está dando tanto, no abandonaremos nunca el redil que con mano firme cuida el líder natural y sobrenatural, espiritual y espirituoso de una Andalucía que avanza con paso firme hacia el millón de parados. Bendito sea el sindicato vertical que calla y otorga. Y bendita seas entre todas las mujeres, ¡oh, María!, pues gracias a la crisis les harás más llevadera la vida a los que pasan la tarde contigo en Canal Sur, ese medio del que se sirvió el bueno y bondadoso de Manolo para anunciarnos la buena nueva y la mala vieja: bienvenidos y bienvenidas a la crisis. Amén.