viernes, febrero 13, 2009

El cazo Ohanes

Esto no es el caso Juan Guerra -¿el cafelito solo o con un poquito de mala leche?- ni el caso Naseiro. Tampoco estamos ante el caso del PP madrileño que llevan en comandita el dúo “Caza y Pesca” formado por Garzón y Bermejo: sólo faltaba Gaspar por aquellos montes de Jaén para que no faltara de ‘ná’. Es curioso que toda España se haya enterado de este asunto que afecta a una comunidad autónoma y que el caso del espionaje al que fue cometido el entonces presidente de la Caja San Fernando siga inmerso en esa balsa de aceite de la ignorancia compartida por los que viven fuera de Andalucía y por los que sobreviven dentro de nuestras fronteras virreinales. Los mismos que se escandalizan en Madrid por unos presuntos seguimientos desvelados por El País se dedican a insultar a los periodistas de EL MUNDO de Andalucía que desvelaron aquel espionaje mortalediano y filemonesco.

Decíamos que este caso no es comparable al de Filesa ni al caso Ollero, el que se pretendía resolver con la petición de la devolución del maletín… al que había trincado, claro está. No. Lo de Ohanes no es un caso, sino un cazo digno de la charanga, la panderetea, el sobre doblado y oculto dentro de la camisa, la cámara oculta por lo que pueda pasar y las dificultades aritméticas del que unta a la hora de contar los billetes.

El cazo Ohanes es un caso de libro. Un alcalde socialista pone el cazo y todo queda registrado en un vídeo que debería servir como material audiovisual para los parados de Delphi. En vez de ponerlos a ver Full Monty, que les proyecten la película que arrasa en youtube: “El cazo Ohanes”. Es muy cortita y se entiende todo. La trama es muy simple: un constructor generoso unta a un alcalde trincón que justifica su actitud con un imperativo ético que ha superado al mismo Kant: “Si coges es malo, y si no coges, peor”. Como dirían los chirigoteros gaditanos, ya no se puede tener más poca vergüenza.

La película no se queda en ese diálogo cazurro de cazos que van y vienen. El argumento traspasa los límites virtuales que marca youtube y llega a los territorios de la realidad o del neorrealismo chavesiano que se practica en esta Andalucía sometida al Régimen por iniciativa propia. Cuando el alcalde Juan Francisco Sierra se ve venir la que le va a caer, huye despavorido y dimite por motivos de salud. El PSOE andaluz nos vende la moto averiada y el personal traga… hasta que se descubre el pastel. Entonces llega la traca final.

Cuando se le pregunta a Chaves por el asunto, el líder de los sociatas se desmarca diciendo que ese alcalde ya ha dimitido y que no pertenece al partido. De libro. Antológico. Mármol de Macael para Donmanuel. ¿Cómo puede presumir el bueno de Manolo de algo que no ha hecho? El alcalde del cazo Ohanes se quitó de en medio para disimular, para que no se le viniera el cazo encima. El partido no movió ni un dedo, no reconoció nada, no puso el asunto en manos de la Justicia ni llamó al orden a nadie. Si Chaves fuera Esperanza Aguirre, otros gallos cantarían. Pero ya se sabe que este hombre está protegido por un aura misteriosa que lo hace invisible fuera de Andalucía… y dentro del cortijo que maneja con modos y maneras de señorito de antaño.

Del caso Almería que conmocionó a la España que estrenaba libertades, a este cazo Ohanes que es la repetición en clave bufa y morcillera de la historia mil veces regurgitada por estos cacerolos que no van de cacería como Bermejo y Garzón porque lo suyo no es la caza, sino el cazo. Y si no quieres caldo de la olla podrida, ahí está el bueno de Manolo sirviendo dos tazas bien despachadas. Se escribe Chaves y se pronuncia Pizarro. Se escribe caso y se pronuncia cazo, o viceversa. El caso es poner el cazo. Y luego pedir la baja por enfermedad. De Almería a Cai, esto es lo que hay: ya no se puede tener más poca vergüenza.