viernes, octubre 26, 2007

Maestros republicanos

Hacen bien, pero que muy bien, las consejeras López y Martínez cuando rinden homenaje y pleitesía a los maestros represaliados durante el franquismo. Aquellos viejos y añorados maestros fueron lo mejor que dio el régimen republicano. Por eso se cebó con ellos la dictadura que veía en la educación un privilegio para pocos y un mal para muchos. En el camino se quedaron aquellos maestros de pueblo que eran respetados y venerados por los padres de los niños que acudían a clase como el que va a un templo. Por eso hacen bien, pero que muy bien, las consejeras de Justicia y Educación cuando honran a los maestros y a las maestras de la República.

Este homenaje, empero, debería ir mucho más allá de la foto y de la propaganda. La presunta izquierda andaluza tiene una inmensa deuda histórica con los que más necesitan la educación y la cultura. Lo más grave que ha hecho el PSOE al tejer el régimen que les ha permitido instalarse en el poder ha sido precisamente eso: cerrar las ventanas de la cultura para que la inmensa mayoría no pueda asomarse al saber. Así de rotundo. Y así de claro: ¿no reivindican la libertad de expresión durante la II República? Pues aquí tienen a un republicano –no viejo, pero sí cuarentón- para cantarles las cuarenta.

El mejor homenaje que se les podría rendir a los maestros republicanos sería, por poner un poner, la vuelta de las Misiones Pedagógicas que llevaban a cabo aquellos héroes de la cultura por los pueblos polvorientos de la harapienta Andalucía. ¿O es que vamos a callarnos, como hacen los paniaguados del régimen, ante el atentado que se comete todos los días contra la cultura a través de Canal Sur? Los viejos republicanos no tenían medios de esta potencia, pero se dejaban la piel y las suelas de los zapatos en el empeño. Los que van de herederos de aquella tradición liberal se empeñan en lo contrario: embrutecen al pueblo a través de programas que causarían el rubor y la indignación de aquellos predicadores del talento.

La memoria de aquellos maestros está en los versos de Lorca y de Cernuda, no en la cultura de basurero que promociona el régimen para fomentar la mediocracia que tan bien casa con sus intereses. ¿Cómo se puede asistir a un homenaje con esa cínica sonrisa mientras se utiliza el todopoderoso aparato del régimen para inocularle al pueblo una malversación de la Historia que propicie el mantenimiento del partido en el poder? A los barandas regionales les hace falta una buena pasada por el republicanismo que profesaban aquellos viejos maestros, pero tienen un problema: aman el poder por encima de todas las cosas. Si aquellos maestros hubieran sido así, otro gallo les habría cantado.

Causa sonrojo y vergüenza que se tire el dinero en esas derramas manirrotas que conforman el presupuesto de Canal Sur mientras la escuela pública languidece en la atonía del presupuesto que no llega. Mucho centro TIC y mucho tiquitaca, que diría Andrés Montes disfrazado de Gaspar Zarrías: no en vano los dos van por la sexta, que en un caso es cadena y en el otro legislatura. Mucho TIC y muy poca educación. Mucha propaganda, que llega a los chavales hasta en los exámenes que tienen que rellenar, y muy poco estímulo para el esfuerzo, para la disciplina que saca lo mejor de nosotros.

Están muy bien los homenajes, y las placas, y los discursos que llegan con veinticinco años de retraso. Pero hay algo que no se puede sostener en esta Andalucía donde la educación y la cultura brillan por su ausencia. No se puede consentir que se siga manteniendo al pueblo en la ciénaga de la ignorancia. Los mismos que despotricaban de los Álvarez Quintero, a los que estudió Cernuda, nos ponen... lo que pone Canal Sur. Que cada uno saque sus propias conclusiones.

martes, octubre 23, 2007

¿Sensatez o estupidez?

En una tertulia radiofónica se enzarzan los tertulianos a cuenta del papel de Muñoz Grandes al frente de la División Azul: tema de actualidad donde los haya, como se puede comprender. Un charnego reconvertido en nacionalista provocador y un punto borde se encara con una vallisoletana que le llama José Luis. Y el presidente del Gobierno graba un vídeo en el que remata los vocablos abstractos con la zeta de Zapatero. Estos temas no se los ha inventado el redactor de una revista satírica, ni son el resultado de la deformación que un humorista ha provocado mediante los valleinclanescos espejos cóncavos y convexos del Callejón del Gato. Esta es la realidad pura y dura de una España que se enzarza en temas de esta calado hasta la extenuación. Llegados a este punto sólo nos queda agarrarnos a la zeta de la sensatez frente a la estupidez reinante o abdicante, que en esto también hay sus opiniones.

Si el panorama nacional pinta así, el regional va por similares derroteros hasta la victoria final. En Andalucía hace tiempo que se impuso la zeta de Zapatero en el discurso de Pizarro, por ejemplo. Aquí Er Pezoe manda en las zonas más conservadoras de la sociedad andaluza y manipula un ceceo que usa a discreción cuando le conviene. Luego se van de viaje a Florencia –Firenze en italiano aunque esa zeta no sea zapaterista- y le dan al gañote en los mejores hoteles y restaurantes de la ciudad visitada con cargo al erario público. Cuentan que Martínez Barrio se cambiaba los zapatos por unas alpargatas en el tren cuando iba a dar mítines por los pueblos. Los sociatas que dirigen Er Pezoe andaluz hacen lo propio cuando se disfrazan de descamisados en sus mítines pueblerinos: luego los dejas ante un bogavante y demuestran el talante cuando se lo llevan por delante.

La derecha y la izquierda les han cedido el paso de la dualidad a dos conceptos más mundanos y reales. Ya no existen políticos derechosos o izquierdistas, entre otras razones porque la política es una profesión, una clase privilegiada, una casta. Los políticos se dividen, como el resto del personal, en estúpidos y sensatos. No hay más vuelta de hoja por muchos folios que escriban sus asesores. A los estúpidos se les reconoce de lejos. Repiten el argumentario del partido y reducen el debate político a una sucesión de acusaciones: y tú más. El político estúpido se lleva la gestión al terreno de la propaganda después de haberse dejado el dinero en la inversión regida por el sectarismo. Se cree inteligente pero sólo es un listillo, un pícaro que no resiste el menor análisis intelectual. Se le pregunta por la idea de España que formuló Ortega y Gasset y responde con otra interrogación: “¿Y ésos quiénes eran?”

La sensatez, esa virtud que nada tiene que ver con la chorrada de la zeta zapatera que ha provocado la zapatiesta nacional, se queda normalmente en el ámbito de la sociedad que se ve libre de politiquerías al uso. La sensatez viene de la mano del juez Calatayud cuando deja bien clarito que vivimos en una democracia débil que confunde el imprescindible sentido de la autoridad con el autoritarismo que necesitan blandir estos progres de guardarropía como si fuera el espantajo de la media memoria histérica. Con media docenas de sensatos como Calatayud la política tomaría un rumbo muy distinto.

El nivelito ha llegado hasta el extremo de identificar a la derecha con el cocodrilo de Lacoste mientras una baranda del PSOE valenciano acude a un mitin vestida de Dolce y Gabanna. En Andalucía podemos dar lecciones de semejante doblez. Aquí nos gobiernan los hijos de Falange que pretenden volver como un calcetín sudado la historia reciente. Del franquismo agobiante que destruyó el rigor histórico para convertirlo en una guerra de buenos contra malos, a este paripé de media memoria histérica. Lo dicho: más sensatez y menos estupidez.

domingo, octubre 21, 2007

Del centro histórico al casco ambiguo

El desengaño es la esencia metafísica del Barroco. El Renacimiento ha sido un sueño, una quimera envuelta en la desolación que al cabo de los siglos escribirá Cernuda. In ictu oculi, en un abrir y cerrar de ojos, el hombre del XVII descubre que las glorias pasan, que el tiempo huye, que al final del sendero nos espera el lugar donde habita el becqueriano olvido. Eso es todo. Y eso mismo es lo que sucede cuando despertamos de repente y descubrimos que Sevilla, la Sevilla que llevamos en el deseo, no es más que una realidad un punto kitsch y algo mostrenca, una ensoñación más literaria que urbanística, una forma de entender la vida que no cuadra con lo que sucede a nuestro alrededor.

Sevilla está pasando del centro histórico al casco ambiguo. Este tránsito, que se inició durante los grises años del franquismo, se convierte en la palanca que mueve las aspiraciones del socialismo picaresco, ese subgénero político-literario que nos desgobierna. La ciudad histórica nunca fue del agrado de los franquistas ni de sus herederos naturales: la mayoría de los sociatas jamás lucharon contra el régimen porque llevaban la camisa azul puesta o la encontraban en el armario de papá. No soportan la belleza que refleja su mediocridad, el legado del tiempo que los trasciende y los deja a la altura del betún. Por eso no tienen más remedio que destruirla.

El centro histórico ya es un casco ambiguo, dicho sea lo de la ambigüedaz con zeta del Zapatero remendón de la ortografía. Todo es ambiguo, aunque en este caso no estemos hablando de esa calle que llega desde la Alameda hasta la Campana y que está convirtiéndose en el remedo del barrio de Chueca. Lo ambiguo se alza frente a lo legal. Los señoritos del PSOE local se saltan el Plan Especial que debería proteger el casco antiguo para reconvertirlo en ambiguo: la recalificación depende del propietario, y como la solidaridad urbanística empieza por uno mismo, pues ahí está el escándalo del autopelotazo que han dado con su propia sede de la Puerta Carmona.

Tiene que ser una asociación privada como Adepa la que ponga el grito en los juzgados. Qué vergüenza deberían sentir los señoritos del socialismo picaresco... si la tuvieran, claro está. Se les llena la boca de interés general. Inciso: en realidad se les llena la boca de crustáceos cuya frescura sólo es comparable a la que lucen los comensales de la Visa gañote. Van por ahí pregonando su compromiso con lo público cuando en realidad sólo se preocupan del patrimonio del partido y de su patrimonio personal, vulgo sueldo. Hasta aquí llegó el nivel de la política sevillana en esta riada de mediocres que han tomado las riendas del poder.

El casco ambiguo ya ha degenerado en parque temático de turistas que pasean entre catenarias mientras el tranvía más probado del mundo -¿cuándo empezará a funcionar, Dios mío?- recorre unas calles diseñadas a la mayor gloria del alcalde Sánchez. El casco ambiguo es una sucesión de setas y de champiñones que se mezclan con ese pavimento playero que convierte la Alameda en un paseo marítimo sin playa. Este ambiguo casco que nos están dejando como herencia prematura se hace presente cuando caminamos por esas calles donde reina la camiseta y donde el recuerdo no es algo poético, sino el kitsch del souvenir.

Todo vale en esta ciudad donde los dirigentes públicos son los primeros en saltarse las normas urbanísticas que ellos han redactado. Luego se salen por la tangente de la memoria histórica, como el ‘esobético’ –mezcla de esoterismo y beticismo- Emilio Carrillo cuando reivindica el derribo de las casas de la calle San Fernando para reparar un abuso del franquismo. ¿Abusos franquistas? Que empiece por prescindir de lo que no hace ninguna falta, esto es, del cargo de alcaide que ocupa el enchufado Rodríguez Galindo. ¿O no es franquismo puro eso de inventarse un cargo para colocar a un camarada del partido?
Este casco ambiguo donde convive lo poco que queda de Sevilla con lo mucho que levantaron el franquismo y sus herederos naturales terminará por parecerse al monstruo de la sinrazón, que diría Goya en esa quinta del sordo que es la ciudad. No se oye casi nada. Lo decíamos la semana pasada y lo repetimos ahora. Cuatro gatos mal contados. El resto es silencio y complicidad. Está visto y comprobado que los sevillanos prefieren la piqueta a la picota. Vivan las caenas y las catenarias. Sólo falta un cartel en las antiguas puertas de la ciudad. “Señores turistas del parque temático de Sevilla, bienvenidos al casco ambiguo”.

martes, octubre 16, 2007

¿Qué es el régimen?

El régimen es el micrófono de Canal Sur que esperaba, obediente y sumiso, la llegada de Gaspar Zarrías a la India: ni Colón disfrutó de tan magno recibimiento cuando volvió de las Indias después de haber descubierto un nuevo mundo. El régimen es el micrófono y la cámara, el minutaje reservado en el informativo y la imagen posterior de Andalucía que se ofrece en el canalillo, como lo llaman los que trabajan dentro y despotrican fuera. Pero el régimen también llega a ese consejillo audivisualoide que se traga sin rechistar estas manipulaciones de Indiana Jones Zarrías mientras persigue a las televisiones locales. El régimen es Goliat, nunca David.

Para que se construya un régimen es justo y necesario que se alce un sindicato vertical compuesto por sindicalistas abonados al peloteo sin pudor alguno, por jerifaltes que cambiaron las banderas rojas de la reivindicación por la asistencia al comité director del partido, que aquí en Andalucía la palabra partido es masculina y singular. Ese sindicato vertical está apoyado, en el otro extremo, por un empresariado oficial y oficialista que se dedica a organizar cursos como si fueran los epígonos del PPO.

Este régimen se extiende por una compleja red de empresas públicas que se saltan a la torera los controles habidos y por haber, que ignora el papel de los interventores, que dedica los fondos de todos a inversiones en los ayuntamientos donde gobierna el partido, siempre en singular. Esas empresas son como diputaciones con siglas, un refugio al que van a parar los linces protegidos del aparato que han sido milagrosamente descabalgados de la poltrona pueblerina.

El régimen no es Chaves, ni su altavoz Pizarro, ni el Capitán Tan Zarrías de expedición en Nueva Delhi, ni las consejeras de cuota, ni los alcaldes que confunden ayuntamiento con partido, Junta con Diputación en un totum revolutum que obligue a los vecinos del pueblo a elegir: o conmigo o contra nosotros. No. El régimen no es eso, sino algo mucho más sutil. El régimen es el vocero de guardia que coloca sus programas en el canalillo, vulgo Er Canarsú, gracias a su amistad con el presidente que nunca recibirá la más mínima crítica del enchufado. El régimen aletea en las páginas que escriben esos intelectuales blandos cuando se ponen rebeldes y ponen como los trapos... a la oposición. El régimen es esa cuadratura del círculo que consiste en sentirse antisistema por criticar a los que no mandan mientras se silencian los abusos del poder. Ni los falangistas llegaron a tanto.

Bailar con la más guapa, con la vara de mando del poder marcando el son y el compás: eso es el régimen. Un bailaor se sube al escenario del comité director del partido y agradece –de ahí también viene la palabra agradaor- las subvenciones recibidas pero pide más. Eso es el régimen. Y la paguita, y el cheque escolar, y los seis mil euros prometidos, y las vacaciones a las amas de casa que nadie reclamará nunca, y las habitaciones individuales de hospital que quedaron archivadas en los baúles de la desmemoria y la desvergüenza.

El régimen se hace palpable y presente cuando aparece en escena ese sobrevenido que hace el trabajo sucio en las covachuelas del partido o de la Junta, que al fin y al cabo son la misma cosa: en todos los cortijos conviven el perrito faldero y bodeguero con el perro guardián. Es el típico tipo rencoroso sin motivo, el malencarado asesor a sueldo que se encara con el que nada tiene que agradecerle al poder y le espeta la pregunta de turno después de llamarlo facha: hay que reconocer que son tan originales... Entonces no hay más remedio que echar mano de Bécquer, que fue periodista antes que poeta. ¿Qué es el régimen?, me preguntas mientras clavas tu furiosa pupila en mi pupila azul. ¿Qué es el régimen? ¿Y tú me lo preguntas? El régimen eres tú.

lunes, octubre 15, 2007

Senectudes socialistas

Por sus vídeos los conoceréis. Valga la paráfrasis evangélica para definir a las Juventudes Socialistas que aspiran a suceder nada más y nada menos que a Pepiño Blanco, esa lumbrera que sólo puede compararse con nuestro Luis Pizarro. El cambio permanente, que también se dice. Ya ven cómo se supera el PSOE a sí mismo: de la pizarra de Suresnes al Pizarro de San Telmo. Por sus vídeos conoceréis a los cachorros que no harán otra cosa en la vida que medrar en un partido cuyo único fin es la consecución del poder mediante la deslegitimación de un adversario al que convierte, de vez en cuando, en puro enemigo. Por su vídeo hemos conocido el concepto de Educación para la Ciudadanía que atesoran los juveniles del partido. ¿No quedamos en que esa asignatura estaba concebida para respetar al otro y para enseñarles a los más jóvenes el ejercicio de la tolerancia? Por el vídeo hemos sabido sin necesidad de exámenes que son los jóvenes sociatas los que necesitan de verdad el aprobado en esta asignatura.

Frente a estos niñatos –seamos precisos en los términos- que practican los modos y maneras de los grupos más reaccionarios que siempre hubo en España, la elegancia y el discurso coherente de esos viejos militantes a los que llamaremos, a partir de ahora, las senectudes socialistas. Así, en minúscula, se convierten en personas comunes, en hombres corrientes que pasan olímpicamente de seguir la corriente mayoritaria del rebaño. Las senectudes socialistas están formadas por personas que ya están de vuelta de todo, que analizan la realidad con la lente precisa de la ironía, que mantienen ese difícil equilibrio de la socialdemocracia: entre la utopía y el posibilismo siempre se pueden hacer cositas, que diría Borbolla.

Da gusto hablar con ellos, la sonrisa se convierte a menudo en la carcajada que nos libera de tanta demagogia. Como bien señala Escuredo, con el sectarismo actual no se podría haber conseguido el logro de la transición de una dictadura a una democracia. Y son precisamente los jóvenes los que ahondan en la herida, los que señalan al otro como imbécil y como facha, los que no tienen más argumento que un polo de Lacoste amplificado como la desmesura de su propio vídeo.

Volvamos la vista atrás y convirtamos a las senectudes socialistas en el senado que siempre tuvieron a mano las sociedades más desarrolladas. Más sabe el político por viejo que por diablo. La experiencia acumulada por los hombres que hicieron posible el cambio en España no se puede arrinconar para dejar paso franco a los pepiños intelectuales y a las pajines mentales. Estos socialistas sentimentales de viejo cuño no comulgan con la rueda del molino nacionalista porque su compromiso con la igualdad de oportunidades se lo impide. Ni se echan en manos de una banda terrorista para aislar al enemigo, que para los intereses electoralistas de ZP no es otro que el PP.

Las senectudes socialistas tienen su correlato en los viejos liberales que abandonaron la política por puro cansancio mental. En la derecha se reproducen los esquemas y ahora llegan los profesionales de la política que nada tienen que ver con aquellos profesionales de prestigio que perdían dinero por su dedicación a la res pública. La izquierda ha ganado una vez más la partida y ha convertido el noble ejercicio de la política en una forma de ganarse la vida. La derecha sigue la rueda que marcan los líderes del zapaterismo en nómina. Sólo nos quedan los viejos liberales y los socialistas de toda la vida, los que aún levantan la voz y escriben un artículo o hablan sin miedo a las represalias del aparato. Frente a la grosería progre y reaccionaria de las JJ.SS., la lucidez ética y estética que da pie al razonamiento ilustrado de las senectudes socialistas.

jueves, octubre 11, 2007

El tabique de Berlín

En 1990 se producen dos hechos históricos que cambiarán el curso de la Historia de Europa: Alemania vuelve a unificarse después de 45 años de división y Chaves accede a la presidencia de la Junta de Andalucía. Desde entonces ha llovido mucho a pesar del cambio climático, pero a la vista están los resultados. Alemania se ha estancado y Andalucía se ha convertido en el motor económico del viejo continente. Esto es lo que sostienen, sin ruborizarse, los barandas del régimen andaluz cuando afirman que nuestra comunidad autónoma crece más que el país de Goethe, y que dentro de unos cuantos años adelantaremos a la mayoría de los lander.

La Andalucía imparable de Chaves se gasta un pastón en propaganda para anunciar, a autobombo y platillo, la apertura de 5 kilómetros de autovía. ¡Cinco kilómetros! ¿Los alemanes han inaugurado alguna vez cinco kilómetros de autopista? Jamás. Allí las cosas se hacen o no se hacen. Una pizzería del barrio judío de Berlín anuncia una oferta suculenta: pizza por cuatro euros. En la parte baja del cartel, un círculo atravesado por una línea aclara que la pizza mide 26 centímetros de diámetro. Aquí, el amasador promete habitaciones individuales de hospital o vacaciones gratuitas para las amas de casa sin que nadie le ponga la cara colorada cuando incumple flagrantemente sus promesas. Seguro que en la pizzería berlinesa son incapaces de servir pizzas de veinte centímetros.

Los alemanes han conseguido en estos 17 años elevar el nivel paupérrimo de la RDA, tanto en lo económico como en el plano de los derechos humanos: causa estupor contemplar los restos de un muro en el que se dejaron la vida más de doscientas personas porque las autoridades comunistas les impedían salir de la madriguera. ¿Desde cuándo son pacifistas y libertarios los comunistas? Buena pregunta que alguien responderá algún día. En estos años, Andalucía ha derramado mil y una subvenciones que provienen, curiosamente, del mismo país que ha hecho un esfuerzo sobrehumano con sus hijos pródigos sin abandonar su compromiso europeo. Si supieran que ese dinero se ha ido en clientelismo político más propio del populismo mexicano que del desarrollismo europeo...

A todo esto, los berlineses hablan de su ciudad con un punto de pudor que sorprende hasta los límites de la estupefacción. ¿Cómo pueden decir que están saliendo trabajosamente de un nivel de subdesarrollo cuando la ciudad funciona como un reloj, la limpieza brilla por la ausencia de suciedad, y los edificios recién construidos conforman una exposición de alta arquitectura? ¿Acaso no han viajado a la Andalucía donde hay que subvencionar a los alumnos para que no abandonen los estudios? Un guía turístico berlinés tiene más nivel que la mayoría de los prebostes del régimen andaluz, ese ejército de paniaguados que funciona a golpe de argumentario.

Mientras Berlín ha derribado el muro que asfixiaba el aire puro de la libertad, el bueno de Manolo ha levantado un tabique chapucero que separa a los que viven de las subvenciones del régimen de los que se permiten el lujo de sobrevivir por su cuenta. El tabique de esta Andalucía berlinesa es propio de la guerrilla fría y maloliente que han puesto en marcha los sectarios de nuevo cuño que rodean al caudillo chavesiano. Ya está bien de que tilden de fachas a los que se oponen a semejante reparto de la tarta andalusí. Ya está bien de pagar de nuestro bolsillo el dinero que le permitirá a Chaves el reparto de la pasta con fines electoralistas. El círculo cuadrado remata el tabique berlinés. Las dos Andalucías se perfilan por obra y desgracia del dirigente más mediocre que imaginarse pueda. Dice que se retirará dentro de cuatro años y que su sustitución llegará al cabo de cinco, seis o siete años (sic). Que le den 6.000 euros y que se vaya al instituto. O al colegio, porque ya no sabe ni contar...
pacorobles63@gmail.com

lunes, octubre 08, 2007

Del metrocentro al guetocentro

En su viaje o viraje al centro de la ciudad, el Julio Verne que está escribiendo el futuro de Sevilla con la ciencia ficción del presente está tratando de recrear algo que ya tuvo la vieja capital de Andalucía entre sus muros: el gueto. Un lector que se refugia en la guasa para darle válvula de escape a las atrocidades que cometen los que comen de válvula, nos remite un correo electrónico que rebosa inteligencia e ironía. Manuel Santana, que así se llama este lector de raqueta dialéctica, ha subido a la red y ha dejado una precisa volea léxica que debería responder, si pudiere, el virtuoso Rodrigo Torrijos, esa figura del revés perifrástico. Sostiene Manuel Santana que el Ayuntamiento de Sevilla pretende completar la hazaña tranviaria del metrocentro con el cierre al tráfico del casco histórico, lo cual desembocaría en el guetocentro.

Semejante hallazgo lingüístico va más allá de la paronomasia y se inscribe dentro de los chispazos ingeniosos que nos alumbran y que nos ayudan a desbrozar las sombras que el poder esparce para ocultar su ineficacia. Eso de peatonalizar el centro por las bravas, sin consenso ni planes concretos y elaborados, sin el referéndum que se celebró en Florencia cuando se hizo algo parecido, sin más explicaciones que la demagogia que babean los sociatas de solomillo al foie y los neoestalinistas de brigada ligera y dictatorial, es para ponerlo en un marco. Se han creído que son los amos de la ciudad, los nuevos señoritos que hacen y deshacen a su gusto y antojo. Eso sí: los coches oficiales podrán circular libremente por el centro mientras los sufridos contribuyentes deberán andar más que un cartero en Barcelona, que diría Chiquito de la Calzada peatonalizada.

Si fueran maquiavélicos –habría que suponerles una inteligencia que no brilla en las ruedas de prensa- podríamos pensar que todo esto se debe a un plan trazado previamente por esas mentes perversas que sólo piensan en el rédito electoral. Una vez que el centro deje de ser el núcleo donde reside la memoria colectiva y sentimental de los sevillanos, los votantes se convertirían en habitantes de distritos manejados a golpe de subvención, de cabalgata y ambigú, o de ese scalextric que IU ha montado en el Polígono Sur y que sirve, como bien señala el piloto Torrijos, de elemento de cohesión social. Han pasado de Marx a Mc Laren en menos que canta la gallina del clientelismo político. Los mismos que criticaban la cultura de abanico y macramé del PA gastan el dinero público en un scalextric gigantesco para que el personal que necesita cultura y educación se entretenga en estos menesteres. Deplorable.

Esta peatonalización se llevará a cabo, si la silenciosa y complaciente sociedad civil no lo impide, según el método acostumbrado. Señalaba el incisivo Juan Miguel Vega que aquí la casa siempre se empieza por el tejado. Que se lo digan a los sociatas que han pegado el autopelotazo de la Puerta Carmona: esos sí que han empezado a construir la nueva sede por el tejado de las seis plantas que han multiplicado por tres la altura primigenia del edificio. Con la peatonalización ocurrirá tres cuartos bien despachados de lo mismo. Primero se cortan las calles y luego ya se verá. Ni metro, ni tranvía, ni autobuses ecológicos ni nada de nada. En vez de acudir al centro, que la gente se quede en el barrio, donde el concejal de turno –con la ayuda de los colaboracionistas disfrazados de dirigentes vecinales- controla al personal para que no caiga en la tentación de votarle a la derechona.
El nuevo modelo de ciudad no es la Sevilla compacta, homogénea o policéntrica que vende IU mientras sus concejales callan ante el escándalo urbanístico más descarado que se ha vivido en los últimos años. El modelo de ciudad que están perpetrando estos mediocres venidos a más es una Sevilla sin Historia, una ciudad que se convierte poco a poco en una suma de barrios sin personalidad agrupados en torno a centros comerciales que podrían estar en cualquier lugar del mundo, una ciudad teledirigida por profesionales de la política que crecieron en las agrupaciones de barrio del partido y que no han hecho otra cosa en la vida que medrar y pegar carteles. El modelo de ciudad al que se dirige Sevilla es ese guetocentro que se convertirá en un parque temático lleno de turistas por donde circularán los coches oficiales de los nuevos señoritos: los que nos animan a montar en bici mientras ellos siguen montados en el taco.

miércoles, octubre 03, 2007

Republicanos

Los nombres y los apellidos de Juana Ruiz Rodríguez, Ana Isabel Pérez Nebreda, Juan Reyes Rodríguez y Rafael Alarcón piden mármol de Macael y bronce a juego. Estos cuatro ediles y edilas, que diría un virtuoso de la corrección genérica, pasarán a la Historia con mayúscula por la coherencia que han demostrado a la hora de defender sus ideales. Estos cuatro jinetes del Apocalipsis de Humilladero votaron un día a favor de la proclamación de la III República y al siguiente se desdijeron de su voto. Fieles a la versión grouchista que superó el marxismo antañón del PSOE, los cuatro ediles de Humilladero llevaron a la práctica el aforismo de Groucho: “Estos son mis principios republicanos, pero si no le gustan a Chaves, tengo otros”.

Bastó una llamada del bueno de Manolo para que los republicanos se volviesen monárquicos, algo que en el PRA –Partido del Régimen Andaluz- no es ninguna novedad. Todos estuvieron contra la OTAN en su día antes de volverse más atlantistas que Solana, por poner un ‘poné’. Los humillados concejales de Humilladero se han vuelto sobre sí mismos como si fueran calcetines de ideología mixta: mitad algodón republicano, mitad fibra sintética juancarlista. Si Nicolás Salmerón levantara la cabeza, ¿qué pensaría? Aquel prócer decimonónico dejó la Presidencia de la I República para no firmar una sentencia de muerte: sus principios le impedían la rúbrica. Ahora todo es tan distinto...

En los tiempos del borbollismo ilustrado ocurría otro tanto de lo mismo. Cuando Pepote estaba pasando el quinario de su destitución a manos del guerrismo, los alcaldes se le acercaban y le confesaban en voz baja: “Pepe, tú sabes que yo estoy contigo a muerte, pero es que quiero seguir siendo el alcalde de mi pueblo...” El Manual de supervivencia en la política andaluza es el libro más vendido –dicho sea lo de vendido en el otro sentido del término- de los últimos años. Todo vale con tal de mantenerse en el machito o en la poltrona, no vaya a ser que las feministoides a sueldo del régimen nos denuncien por usar tan machista diminutivo: algo que sería muy propio de esas damas que olvidan, por cierto, que fue su partido el que más se opuso al voto femenino durante la II República. Tan bien se lo han trabajado que cualquiera diría que Clara Campoamor fue la antecesora de María Teresa Fernández de la Vogue.

El republicanismo andaluz es así. De conveniencia. Como el Tireless o como el Prestige, como los incendios forestales o como los accidentes laborales. Hoy toca acusar a los que comparan las cifras de inversión en Cataluña con el anticipo que se ha traído Chaves de Madrid. Ayer era justo lo contrario: Chaves, Zarrías y Caballos eran el tridente que atacaba sin piedad al Gobierno de Aznar por sus concesiones a los nacionalistas catalanes. Si Erchave, como lo conocen en Humilladero, ha retrocedido en tantas y tantas cosas, ¿por qué nos extrañamos de la actitud ambivalente de estos republicanos con freno y marcha atrás?

Esa marcha atrás es la misma que se le ha metido a las promesas electorales que han jalonado el mandato chavesiano. Vacaciones, pagas, sueldos, viajes... Todo un catálogo más propio de una tómbola que de un partido de izquierdas. Con la III República pasa lo mismo. Un día nos levantamos con la franja morada y al siguiente la repintamos de rojo. La corona es de quita y pon. Juguemos en plan logsiano, a ver si nos dan seis mil euros por estudiar. La insoportable levedad de este régimen da pie a actitudes humillantes como la de esos concejales que deberían haber dimitido si tuvieran un ápice de dignidad. Pero ya se sabe. “Yo soy republicano hasta las trancas, pero como quiero seguir siendo concejal de Humilladero...” Seguro que estos cuatro ediles son capaces, encima, de escribir su ‘azaña’ sin hache.