Derecha resignada
En Andalucía nos encontramos con la derecha más inverosímil: la derecha inexistente. Es un hecho que en esta realidad nacional no existe político alguno que se declare, con luz y taquígrafos, de derechas. Todos se esconden bajo el paraguas del centro, y lo máximo que reconocen es su encaje en el híbrido del centro-derecha. Les da vergüenza declarar lo que son como si fuera un pecado original. En la acera de enfrente, sociatas y comunistoides se permiten el lujo de presumir de izquierdismo sin pudor alguno. Y eso que algunos vienen de la peor tradición política de occidente y de oriente, por no hablar de los que se empeñan en defender a dictadores en chándal.
Frente a este complejo de inferioridad política y moral se ha levantado Esperanza Oña para denunciar la falta de coraje que anida en las mentes de sus propios compañeros de partido. La alcaldesa de Fuengirola ha dicho en voz alta lo que otros hemos escrito más de una vez y más de dos: en Andalucía el PP ha tirado la toalla, el albornoz y el gorrito de la ducha. Esperan que les toque el poder como si fuera la lotería. Se conforman con estar en la oposición, que no es el duro banco gongorino, sino el banco donde cobran los duros antiguos del salario público que les permite vivir del cuento.
Los miembros del núcleo duro del PP andaluz se han acostumbrado a vivir de las rentas del régimen. Son meros figurantes. Viajan en coche oficial o en AVE de mangazo y disfrutan de unos sueldos que no soñarían en la empresa privada. Los parlamentarios tienen más vacaciones que un maestro. De momento, el mes de enero es como más de un culiparlante o culivotante de la camarita andaluza: inhábil. Y el resto del año se limitan a rellenar el expediente.
A la derecha andaluza le hace falta, en primer lugar, reconocerse como tal. Sin complejos y sin ataduras con un pasado que no tiene nada que ver con ellos. Y a partir de ahí, ejercer la oposición con todas las de la ley. No tienen por qué hacer las trampas que el poder perpetra en Andalucía. No hace falta llegar a tanto. Basta con denunciar los abusos del régimen chavesiano sin que les tiemble la voz y sin retroceder ni un milímetro cuando el adversario se convierta en el enemigo que aparece cada vez que se le toca el lado oscuro y corrupto que pretenden ocultar como sea. Arenas sabe muy bien que sin apretar el acelerador no es posible remover las estancadas aguas del régimen andaluz. Y su segunda de a bordo, Esperanza Oña, ya les ha dado el primer toque a los suyos.
En Andalucía vivimos una situación de anemia democrática. Faltan anticuerpos en la oposición que combatan los virus que segrega el ejercicio continuado del poder. IU pretende convertirse en la muleta que dejó vacante el PA. Y el PP sigue anclado en su papelito de actor secundario, de portero suplente que se limita a cobrar el sueldo y a ver los toros desde la barrera. Por eso ha tenido que salir Esperanza Oña a decir lo evidente. En Andalucía la derecha está resignada a mantenerse en la oposición. A partir de ahí que cada vela aguante su palo, que diría el otro...