No es lo mismo
Hay que echar mano de la ironía para que el trago sea menos amargo. Como un café muy cargado nos ha sentado la última bargallonada, esto es, la última declaración de Bargalló, el Zinedine Zarrías del gabinete de Maragall. Café con un punto de mala leche que nos ha despejado del todo, que nos ha abierto los ojos y que nos ha despertado del limbo en que pretendían adormilarnos el trío calavera: el bueno de Manolo Chaves, el dandy Durán i Lleida y la matrona Manuela de Madre, partera charnega –así la llama su colega Jordi Sevilla- del recién nacido Estatuto de Cataluña.
Este café que nos ha servido en taza pequeña –el tópico se cumple una vez más- el conseller en cap de la Generalitat nos recuerda la cuña radiofónica de antaño. ¿Recuerdan? “Lo digo yo, lo dices tú, el mejor café, Catunambú”. Cambiemos la letra pero conservemos el ripio. “No lo dices tú, ni lo digo yo: lo dice el facha de Bargalló”. Lo ha dicho muy clarito, como si fuera café americano o de puchero, el ínclito Bargalló. Cuatro palabras que lo resumen todo y que terminan con ese enredo al que en Cádiz llaman mamoneo. “No son lo mismo”. Cataluña y el País Vasco no son lo mismo que nosotros. A ver si nos vamos enterando de una vez, que bastante tienen con subvencionarnos el PER para que los campesinos andaluces vivan del cuento.
Mientras tanto, el virrey Gaspar vuelve a su manía de repartir carnés de buenos y malos andaluces. Parece que no hemos salido del otro régimen, el que llamaba malos españoles a los que se atrevían a disentir de la unidad de destino en lo universal. Amenaza Zarrías con distribuir la consigna de la foto de las Azores para cargarse a los que no firmen el Estatuto que Chaves ha pactado con los restos del naufragio de Izquierda Unida. ¿Foto de las Azores? La de Chaves con los que sostienen al que nos dice, en la cara y por derecho, que nosotros no somos iguales que ellos. Que no somos lo mismo.
Vamos a dejarnos de ponencias y de denominaciones, de realidades nacionales y de surrealismos regionales, de preámbulos y demás farfolla leguleya. Vamos al grano que le ha salido a Chaves en salva sea la parte. Un forúnculo que le ha endiñado Bargalló, el segundo de Maragall, para que no se le suba la moral al inquilino de la Casa Rosa. “No sois lo mismo”. Si Andalucía se denomina nación o realidad nacional, los catalanes volverán a poner el marcador a cero para iniciar un nuevo proceso. Eso le molesta mucho a Alfonso Guerra, el mismo que luego vota en el Congreso, con el resto del rebaño parlamentario del socialismo andaluz, lo que le ordenan desde Ferraz: la pela es la pela, y la nómina es lo único que tienen para llegar a fin de mes o de legislatura, a elegir.
Desde aquí proponemos solemnemente que cambiemos de una vez el himno de Andalucía. Blas Infante no dejó su vida en una cuneta para esto. Es más propio de estos tiempos entonar la canción de un andaluz universal que ya tiene la medalla que concede Chaves cada 28-F: Alejandro Sanz. Su canción puede servirnos para darle la razón a Bargalló y para que Durán y Manuela de Madre aplaudan el silencio cómplice de alguien que defiende a Andalucía... por las que hilan. Que cante Alejandro Sanz su tema “No es lo mismo” para dejar claro que no pretendemos cargarnos el modelo asimétrico que están diseñando en las altas esferas de la progresía ibérica.
Del café para todos que pedía Clavero, a este reparto que pretenden hacer vascos y catalanes con la complacencia sonriente de Zapatero: café solo para ellos, y achicoria para el resto. Lo han dicho por activa y por pasiva. Y lo peor de todo es que nosotros tenemos que pedir perdón por la catalanofobia que nos imputan. Y que conste que ni lo dices tú ni lo digo yo: lo dice el neofascista de Bargalló.