Nos lo merecemos
El régimen está podrido desde los mismos cimientos. En Sevilla salen por las alcantarillas las facturas falsas que firmaba la cuñada del portavoz del mismísimo Chaves y nadie se da por enterado en el aparato del partido. Es normal que con el tiempo se diluyan las convicciones, que se erosione la ideología, que se vayan puliendo las aristas de las verdades que se creían absolutas. Pero lo que no es lógico es que con el paso de los años se sumerjan miles de socialistas andaluces en la ciénaga de la corrupción que consienten con un silencio cómplice cuando no forman parte activa de ella.
Es curioso que a la derecha se le exija, en esta Andalucía donde nunca gobernó, un plus de transparencia, de buenas formas y mejores modales, de ética que algunos progres le niegan por principio. Es curioso que la arrogancia y la prepotencia que la pijoprogresía le adjudican a la derechona sea patrimonio del PSOE y casi nadie diga ni pío. ¿O no es arrogante la postura de Luis Pizarro ante el último escándalo que han protagonizado el consejero y las consejeras del Consejo Audiovisual que nombró el partido del régimen? Ante una avalancha de gastos suntuarios, ante un derroche de dinero público en plena crisis, el delfín Pizarro se sale por la tangente y dice que no ha lugar a un debate de esas características.
A Pizarro le da lo mismo que los albaranes de los restaurantes no se correspondan con las facturas, a Pizarro le resbala que con nuestros impuestos se paguen ostras y copas de su tocayo Luis Felipe. A Pizarro todo le da igual porque sabe que vivimos en un régimen que mantiene amordazada a casi toda la sociedad civil. El mismo que ejerece la función de altavoz de Chaves, el mismo que junto a su señorito se encargó de iniciar una persecución a los periodistas que informaron del espionaje al díscolo Benjumea, no pierde ni un minuto de su precioso tiempo en aclarar esta corruptela marinera –gambas y nécoras son de mar- que haría sonrojar de vergüenza a esos pijoprogres del consejillo audiovisualoide… si aún les quedara algo de pudor.
Aquí, en esta Andalucía de las maravillas, no se persigue nunca al corrupto ni al mangante. Aquí se ponen todos los esfuerzos en perseguir al que denuncia los abusos del poder. ¿O es que con motivo del escándalo de Estepona no vamos a recordar a Félix Bayón, que por clamar en voz alta contra los abusos del gilismo recibió como recompensa la persecución de Chaves en los medios de comunicación en los que trabajaba?
Nos merecemos una Junta que nos miente, nos merecemos un régimen que nos mantiene en el sopor de una siesta eterna, nos merecemos un partido formado por mercenarios a sueldo que perdieron hace tiempo la más mínima consistencia moral, nos merecemos una clase intelectual que pone la mano y cierra la boca. Todo sea por no hacerle el juego a la derecha arrogante y soberbia. Hay días en que ser andaluz no es precisamente un motivo para el orgullo, sino más bien para la vergüenza. Lo cual no es malo, porque lo preocupantes es no tenerla.