sábado, marzo 25, 2006

La contrarreforma agraria

El viaje a Mozambique de la vice Fernández de la Vogue nos ha servido para enterarnos de qué va la reforma agraria en Andalucía. A esta reivindicación mítica de la izquierda radical, recogida en el Estatuto aún vigente, también se le ha aplicado la Segunda Modernización para convertirla en la contrarreforma agraria. Lo hemos comprobado en Aznalcázar, donde la muy progre Dolores Escalona se dedica a repartir la tierra entre sus hijos: ni su tocaya Pasionaria llegó a tanto.

Como buena socialista, Dolores Escalona ha educado a sus niños en los principios logsianos más puros. Las criaturitas se han convertido en unos emprendedores que han recibido hasta un premio de esa Junta que ningunea a los que no son del partido: ni siquiera van a los actos que convocan esos ayuntamientos regidos por los peperos que luego premian a Ana Belén. Enseguida iba a darle la Junta un premio a Gómez Marín, a Antonio Burgos, a Félix Bayón… Los hijos de Dolores han tomado las tierras que el Ayuntamiento de Aznalcázar concedió a Felipe Nodng. ¿Y quién es ese tal Ndong? Pues un inmigrante guineano. Dolores lo ha dejado claro para que no haya lugar a dudas. “Ni siquiera es del pueblo”. Cambiemos también la Internacional, ese himno que cantan los que luego se montan en el audi. “Arriba, parias de la localidad, en pie, familiar legión”.

Pues la misma Dolores se presenta, ni corta ni perezosa, en Mozambique para ponerse al lado de las mujeres africanas que están explotadas por el machismo capitalista universal. El viaje le ha salido como la bandera de Mariana Pineda: bordado. Esta señora está blindada por el régimen que la protege, que permitió que al pobre guineano le birlaran la tierra por la cara. Ella mismo dice que la consejería de Agricultura le dio permiso para la ocupación. A todo esto, el consejero Pérez Saldaña guarda silencio. Que haya una sentencia firme es lo de menos. Ya se sabe que en el régimen lo primordial es defender a los nuestros por encima de la ley.

La empresa del hijo de Dolores se llama Macondo. Como el pueblo mítico de García Márquez. En Almonte hay otra que lleva el nombre de Comala, el pueblo fantasmal que nació de la imaginación de Juan Rulfo. Está visto y comprobado que el realismo mágico andaluz no está solamente en las declaraciones altisonantes de los consejeros y las consejeras. Sólo falta que un novelista convierta al guineano en personaje de leyenda. Felipe Ndong es la personificación del régimen andaluz. Un negro guineano lleva en sus carnes la seña de identidad de esta Andalucía oficial que ignora su situación mientras defiende el mestizaje, los papeles para todos, la cooperación internacional y los demás tópicos de la corrección política.

La señora Escalona dirá que el autor de este artículo es un machista. Y un facha. Un vocero de la derechona rancia. Y tiene razón. Si uno fuera un progre subvencionado y premiado por el régimen miraría hacia otro lado. Y no vería el rostro de ese pobre hombre que ha sufrido un robo en sus propias narices. Si uno fuera un progre de esa calaña habría criminalizado –vocablo progre donde los haya- al Gobierno de Aznar por el naufragio de la patera de Rota, pero callaría ante los muertos que nos llegan desde las costas de Mauritania: que la Guardia Civil haya informado a un Gobierno que ha reaccionado tarde sería lo de menos.

La contrarreforma agraria ya está aquí. Ha empezado en Aznalcázar. Que recojan en el próximo Estatuto de lujo, como lo llama el virrey Gaspar, el derecho de los socialistas y de sus hijos a ocupar las tierras que consideren manifiestamente mejorables. Así estamos. Uno, en su infinito estoicismo, ya no pide que les den tierras a los pobres. Con que no se las quiten por la cara nos conformaríamos. Somos así de fachas. ¡Qué le vamos a hacer!

miércoles, marzo 22, 2006

Hipocresía

La sinceridad tiene un límite clarísimo que separa la verdad de la mentira. La hipocresía, no. Ahí está su mayor valor. Se puede ser un hipócrita de largo recorrido y de amplio espectro. La hipocresía es, además, una aliada imprescindible para mantenerse en el poder. El régimen andaluz ha hecho de este pecado su máxima virtud. Por muchas vueltas que le demos al asunto siempre terminaremos en la misma conclusión: nos gobiernan unos hipócritas sin escrúpulos que utilizan la moral y la ética en beneficio propio, como mera propaganda que les permite seguir en la poltrona y descalificar a los que osan llevarle la contraria. Ni más ni menos.

Cada día que pasa nos encontramos con uno o con varios casos que confirman este axioma. ¿Cómo es posible que una señora que ha ocupado en su pueblo la finca de un pobre inmigrante africano se vaya a África para revestirse de mujer pobre con la ministra Fernández de la Vogue? Si alguien critica este viaje será tachado de xenófobo, de racista, de machista. ¿Por qué no salen las mujeres del régimen para afearle la conducta a su compañera? Muy sencillo: porque no quieren terminar como Rosa Díez.

Un alcalde del partido del régimen se permite el lujo de rechazar reiteradamente la concesión de una vivienda social a una mujer argentina. El clientelismo le impide una concesión a la justicia. Hay que darle la vivienda a quien luego le pueda votar. Hagan la prueba del contraste. ¿Qué habría ocurrido en caso contrario? Más sencillo aún. Imaginen que el propietario de un piso se niega a alquilárselo a una ciudadana sudamericana. Al momento saldrían los mismos de siempre para tachar de xenófobo y de machista al especulador. Pero como es un alcalde del partido, a callar.

Cándida Martínez pregona la paz y la noviolencia (sic) mientras deja pasar una oportunidad de oro para demostrar que le duelen las agresiones a sus profesores y a sus profesoras. No se ha personado jamás como acusación particular en ningún caso de agresión a un docente. Nunca. Como si la cosa no fuera con ella, lo cual también es cierto. No se puede ser más hipócrita en esta vida. Ni más cruel. Jamás se ha personado en un centro acosado por los violentos. No ha visitado a ninguna profesora agredida para mostrarle su apoyo. Prefiere invitar a comer –a cargo del contribuyente- a las directoras de los colegios para celebrar algo que no se puede criticar sin riesgo de caer en el pecado nefando: el Día de la Mujer.

Esta jornada ha servido para que las progres del partido se premien a sí mismas o a su locutora de guardia. Patético. De camino se repite una vez más la mentira que consiste en adjudicarle la consecución del sufragio femenino a los sociatas, cuando fueron ellos, precisamente ellos, los que se opusieron a esta medida en 1931. Tuvo que ser una radical como Clara Campoamor la que se enfrentara a los machistas del PSOE mientras las socialistas de entonces hacían lo mismo que sus compañeras de hoy cuando un miembro del partido agrede a una mujer: comer del presupuesto y callar.

Podríamos seguir así hasta el día del juicio, que en democracia es la jornada electoral. Los casos se amontonan en la memoria: no hacen falta cuadernos de notas. Hasta el mismo Chaves, alias Manolo el del Autobombo, ha tenido que reconocer en el Polígono Sur de Sevilla que la lucha contra la marginación es la historia de un fracaso. Pero ahí no está la máxima preocupación de los burócratas del régimen, sino en la dotación del Consejo Audiovisual. Hay medios, vulgo parné, para pagar las nóminas de cincuenta funcionarios. En el Consejo Audiovisual aún no han empezado a trabajar y ya van por la era digital: funcionarios a dedo. Que para eso es, oficialmente, un organismo independiente. ¿Lo ven? La hipocresía es el suma y sigue de los que siguen sumando poder.

miércoles, marzo 15, 2006

Buenos días, y buena suerte

Como buen amante del cine, el presidente Chaves se ha descolgado con un comentario sobre la película “Buenas noches, y buena suerte”. Ya se sabe que a los políticos que ejercen el poder, o los que soportan el duro y gongorino banco de la oposición, les encanta dar lecciones de periodismo. Para eso les pagamos entre todos unos generosos gabinetes de prensa o de comunicación que son inmensas factorías que distribuyen o crean directamente la propaganda. En Andalucía hay más periodistas trabajando en estas terminales del poder que desempeñando una profesión que está enmarcada en uno de los pilares de la democracia: la libertad de expresión.

Causa una cierta e inteligente sonrisa el hecho de que Chaves se haya fijado precisamente en esta película. Su protagonista es David Strathairn, un fino y sobrio actor que encarna el papel de Edward R. Murrow, el periodista que se atrevió a desafiar el estado de miedo a la libertad impuesto desde el poder por el senador Mc Carthy. Murrow no podría aparecer actualmente en Canal Sur por dos motivos. El primero es estético: en la televisión actual no se permite que un presentador fume delante de las cámaras. Conocida es la capacidad camaleónica de un poder estabulado y establecido que demanda a las tabaqueras mientras subvenciona el cultivo del tabaco. Mas quien denuncie esta contradicción será tachado por el mismo Chaves de demagogo o de algo peor. El otro motivo es muy simple. En la televisión chavesiana no se permite el más mínimo asomo de crítica. ¡Hasta ahí podríamos llegar!

Al presidente de la Junta de Andalucía le encanta el diálogo que mantienen al final de la película el indomable Murrow y el director de la CBS. Las presiones que ejerce el poder han llegado hasta la cadena de televisión. Murrow no puede seguir así. Es lo mismo que pasa en nuestra radiotelevisión autonómica. Aún recordamos aquella frase pronunciada en un despacho. “De la Segunda Modernización no se puede hacer ninguna broma, porque eso es un tema personal del presidente”. A Aznar le reventaron los cómicos de la media lengua –ahora ya no hay motivo- una gala de los premios Goya. ¿Imaginan que aquí pudiera ocurrir lo mismo? Los manifestantes antichavesianos son recibidos a palos en cuanto se acercan más de lo permitido a los lugares de la pompa y el boato. En Andalucía no se puede fumar, pero nuestros señoritos de nuevo cuño se pirran por un ducado…

La sonrisa que nos produce ese grado de hipocresía que mantienen los gobernantes se hiela cuando comprobamos que en Andalucía existe el miedo a hablar en voz alta. Nos denuncian mil y una fechorías pero en petit comité –el otro Petit sí puede hablar en voz alta, que para eso es de la cuerda- y con el volumen muy bajito. Como en los viejos tiempos. Un coro de periodistas de cámara y de locutoras de camarilla le hacen la ola a Chaves para seguir disfrutando del sistema. Y tachan de fascistas a los que osan criticar el régimen. Como en los tiempos de Murrow. Como en la época de Mc Carthy.

La conversación de Murrow con su director es un tópico, un lugar y un momento demasiado comunes en esta Andalucía controlada desde arriba. Que pregunte Chaves a algún alcalde de su partido para que le diga cómo se hacen estas cosas. Que alguien de su corte le desglose los presupuestos de publicidad que van a parar, con mucha prisa, al grupo amigo. Y que se mire al espejo de sus querellas. Así comprenderá que cuando algunos periodistas cierran el diario, o salen al aire libre de la antena, se encomienden a Murrow y digan su frase de cabecera. Como bien señaló el periodista norteamericano, “no podemos defender la libertad ajena olvidándonos de la propia”. Por eso, “porque no descendemos de hombres cobardes”, le damos la vuelta al título de esa película que Chaves ha visto como si no fuera con él. Buenos días, y buena suerte.

Recomendamos el monólogo que aparece en la web de la película. Es memorable.
Web de la película: www.mangafilms.es/buenasnochesybuenasuerte/
Nota: lo de manga films no es más que una casualidad, que conste...

lunes, marzo 06, 2006

Duquesas y pancartas

Las hemerotecas son muy peligrosas. Guardan la memoria, ese concepto tan incómodo para el político que vive de la demagogia. Los hechos ocurridos recientemente en Sevilla han sido comparados con la película Novecento. Jornaleros en pie de manifa protestaron por la concesión del título de Hija Predilecta de Andalucía a la mayor terrateniente de la región. La policía cargó contra ellos y entonces surgió la chispa de la comparación: a Cayetana la medalla, a Cañamero los palos.

Pero no todo es Novecento. De Bertolucci pasamos a Orwell. Ha sido Javier Caraballo el que ha descubierto una vez más el pastel: no hablamos del tono pasteloso que lucía más de una consejera chavesiana, vestida para el medalleo como si aquello fuera un pregón de Semana Santa. ¿Desde cuándo existe este socialismo femenino de Domingo de Ramos, de Naranjo en flor de azahar? Hablamos del pasteleo que los sociatas andaluces se traen con los aristócratas y los jornaleros. Usan a los unos y a lo otros en función de sus conveniencias electorales. Y así les va: de cine. De Novecento a 1984, y de 1980 a 2006.

miércoles, marzo 01, 2006

28 personajes para el 28-F

Nota previa. No es costumbre incluir artículos en este blog. Pero hoy haremos una excepción: si más de dos personas con criterio contrastado te felicitan por un artículo, algo bueno tendrá.

28 personajes
Un administrativo sin oficio ni beneficio que se encargó el 28-F de comprar pescado frito para mantener en forma a los encargados del recuento del referéndum, y que hoy dirige el entramado hegemónico del partido que sigue, desde entonces, en el poder. Ese estudiante que dejó los libros cuando habló con Felipe González y que ha llegado a ser alcalde sin haber terminado la carrera, sin haber desempeñado más trabajos que los relacionados con la concejalía que desde entonces ocupa. Ese jubilado que tiene una foto de Felipe en el salón comedor donde siempre está prendida la llama perenne de Canal Sur. La señora que busca novio sexagenario en el programa de Juan y Medio mientras repite que “hoy se vive mejor que nunca”..

El constructor que ya no le da lo que sea al edil falangista de turno. Aquel ciudadano que pudo construir un cuartillo en la azotea porque el alcalde del pueblo le hizo el favor de la vista gorda. Aquí mi señora, que limpia por las tardes en el colegio del pueblo después de hablar con quien tenía que hablar. El droguero que antes vendía la lejía de una en una y que ahora la coloca por lotes.

Ese asesor que maneja el lápiz rojo del urbanismo: recalifica como puedas. El propietario de un coche al que le soplaron que no lo arreglara en el taller de siempre, “porque el dueño se ha presentado por otro partido y no es plan de señalarse yendo por allí”. Un honesto trabajador al que por fin le han arreglado, después de treinta años, el acerado de la plaza que se extiende entre los bloques de pisos de su humilde barriada. El encargado del ambigú del local que ocupa la asociación de vecinos.

El letrista chirigotero que ya no rima con el cierre de Astilleros. El jefe de servicio encargado de convocar el premio a la mejor letra carnavalera sobre Andalucía. Un concejal de la provincia que contrata a las agrupaciones que no son incómodas, sino graciosas. El artista que en vez de transgresión busca refugio en las tablas de los medios públicos de comunicación.

Un poeta que cobra veinte mil duros por leer a Borges en el salón de actos semivacío de la Diputación. El escritor que publica su pestiño por encargo público gracias a su prestigio progre. Ese fotógrafo que busca la miseria del blanco y negro fuera de Andalucía. El periodista que nunca muerde la mano que le da de comer.

El jubilado que sigue pensando que los suyos perdieron la guerra, y que sus herederos triunfan hoy en Andalucía gracias a su voto. Un profesor que enciende la mecha del rencor guerracivilista para hacerle la pelota de forma repugnante al político de turno que puede convertirlo, vía digital, en un desertor de la tiza. El director de instituto que está muy preocupado por la repercusión social de las agresiones a sus compañeros: en la Delegación de Educación le han dicho que pare la marea para no darles argumentos a los fachas, y él lo cumple a rajatabla para conservar el puesto y para aspirar a un puesto de burócrata que lo aleje del ambiente irrespirable de su centro. La madre del AMPA que sigue las directrices del partido después de comprobar cómo ha conseguido su marido un puesto de trabajo.

Un viejo comunista, más rancio que los carteles que reparte para avivar el fantasma de la Guerra Civil, que se deja los nudillos en las puertas de San Telmo para que le abran las puertas de la casa común. Ese andalucista que alquiló las siglas del partido y la memoria de Blas Infante a cambio de una consejería y media. El líder que se fue de su tierra para ocupar un ministerio, y que dejó a su electorado natural en manos de una alcaldesa obsesionada en nadar y guardar la ropa. Un ex ministro mediocre que vino contra su voluntad y que permanece en el sillón del poder mientras Andalucía, la que se levantó el 28 de febrero, acepta en silencio su papel de farolillo rojo.

Son los 28 personajes que explican este 28 de febrero.