miércoles, junio 27, 2007

La nueva inquisición



En los actos del XXV aniversario del Parlamento de Andalucía se produjo una escena más del sainete que los cómicos y las cómicas de la corrección política montan cada vez que surge la más mínima oportunidad. Teatro, puro teatro. Cogieron al vuelo una frase de Manolo Sanlúcar mientras afinaba la guitarra. El guitarrista y compositor que ha hecho algo más que apretar botones en una bostezante sede parlamentaria comparó la delicadeza que requiere la guitarra con la que se dispensaba a las señoritas de antes. ¿Para qué se salió del guión previamente establecido? ¿Por qué osó meterse en el berenjenal de la nueva inquisición progre?

Hubo quien se levantó y se marchó con ese aire de dignidad impostada que se disimula cuando otro es el que pronuncia frases que sí son ofensivas. ¿Recuerdan? No fue hace mucho. Poco más de un mes. Mitin en Huelva, la orilla de las tres carabelas según el Machado proscrito por el nuevo régimen. La candidata socialista es una mujer atractiva: ca uno es ca uno, como decía el torero, y ca una es ca una, como salta a la vista. El mitinero le suelta un tejo en toda regla: “Tiene aspecto de tener un motor potente”. Las feministas de cuota se callan y continúa el espectáculo. Hasta que el orador se permite una bromita a cuenta de la violencia de género: “De vez en cuando hay alguna que le da caña al tema”. Si Manolo Sanlúcar hubiera dicho eso en el saloncillo multiusos del Parlamento, ¿por dónde habría tenido que escapar? Pero como en Huelva lo dijo san Felipe González, aquí paz y después risas y aplausos.

La nueva inquisición feministoide tiene su complemento en el fundamentalismo gay que practican los colegas de Colegas, valga la redundancia. Los teóricos defensores de los derechos de gays y lesbianas se dedican a promover encuestas para demostrar que la homofobia está presente en las aulas de la ESO. ¡Pobres alumnos! Ya han recibido la señal, el anatema, el juicio que no los librará de las llamas por mucho perdón que pidan. Las preguntas tenían la consabida trampa. ¿Te importaría que un hijo tuyo fuera homosexual? Esa cuestión la resolvieron en una tertulia nocturna los popes –y las popas o popesas, a elegir- de la progresía andaluza: no hace falta ni nombrarlos, están en la mente de todos, que de eso se encarga el aparato de propaganda del régimen chavesiano. Todos y todas estaban de acuerdo en que eso no sería deseable... por el bien de la criatura, ya que la sociedad no está madura todavía. El único gay que allí había salió perplejo, incrédulo, escandalizado. El desengaño le dura hasta hoy. Estos de Colegas son los mismos que se tragan los insultos homófobos cuando el que los lanza es un miembro del partido. ¿De qué partido va a ser? Por eso reciben suculentas subvenciones que les permiten vivir del presupuesto.

El fundamentalismo de la corrección política que nos invade es extremadamente peligroso. Como bien señala Muñoz Molina, sus apóstoles van de transgresores por la vida mientras se arriman al perol del poder. Manejan las dos barajas, el anverso y el reverso de la moneda con la que cambian favores por prebendas. Quien se oponga a estos desafueros será tildado automáticamente de carca, de facha, de reaccionario. Aunque sea un músico como Manolo Sanlúcar. Da lo mismo. Si lo dice san Felipe no hay problema, las feministoides del régimen callan y otorgan. ¿Homofobia? Depende de donde venga. Si el homófobo es del partido, silencio y a cobrar. Todo está perfectamente montado y engrasado. Los complejos agarrotan el libre pensamiento del personal. Es la nueva inquisición del siglo XXI. Sólo falta que nombren a Torquemada o Torquemado, que todo podría ser.

pacorobles63@gmail.com

lunes, junio 25, 2007

El protocolo de Manolo

El cambio climático es, junto al multiculturalismo o la alianza de las civilizaciones, uno de los iconos más frecuentados por la progresía posmoderna. Quien se atreva a discutir los tópicos que se han acuñado durante estos años se verá abocado al infierno donde arde el fuego interminable del facherío. Si usted discute las bases científicas de ese presunto cambio climático que es más que discutido por la falta de estadísticas fiables, entonces le lloverá el fuego laico de estos nuevos apóstoles del fundamentalismo renovado.

El pasado jueves, Chaves se lució en el Parlamento de Andalucía gracias a la pregunta que su fiel escudero Manuel Gracia le hizo con relación al cambio climático. El bueno de Manolo se vino arriba y se creció hasta convertirse en un líder mundial que situaría a Andalucía a la vanguardia de la lucha contra el cambio climático. En esto de la palabrería hay que reconocerles que son los mejores del universo. Si son capaces de llevar a Clara Campoamor a la cara de las monedas y a los rótulos de las calles y las plazas, ¿qué más se puede esperar del mismo partido que combatió las tesis de doña Clara durante la II República? El personal pensará a estas alturas de la película que Campoamor fue un producto de la paridad socialista durante la República: así se rescribe la historia.

Mientras Chaves desgranaba la propaganda acorde con la lucha contra el cambio climático, este cronista cruzaba la galería que da al patio donde se apiñan, literalmente, los numerosos coches oficiales de gran cilindrada que les pagamos entre todos para que ellos nos echen en cara que usamos nuestros utilitarios a la hora de ir a trabajar. Si nos atenemos a los hechos objetivos, Chaves ha conseguido en sus diecisiete años de presidente andaluz dos objetivos: ha aumentado la flota de vehículos oficiales y ha conseguido que no se inaugure ni una sola línea de metro en Andalucía. En Madrid, donde gobierna la terrible derechona, los obreros pueden ir al curro en un metro que crece a razón de 30 kilómetros al año. No contaminan ni llenan de ruidos la ciudad. Nosotros somos distintos, que para eso la izquierda ecológica gobierna al sur de Despeñaperros.

Desde la demagogia del poder se pretende castigar a los ciudadanos que vayan solos en sus respectivos coches. Dentro de poco –ya están en ello, la ley del tabaco es un precedente- nos obligarán a ponernos de acuerdo con el vecino para ir a trabajar juntos en el mismo vehículo. Mientras, ellos se desplazan confortablemente en lujosos coches con chófer, secretario, ayuda de cámara, jefe de prensa y demás personal adicto a la causa. ¿Por qué no dan ejemplo y van al Parlamento o a la Casa Rosa de dos en dos o de tres en tres? Si en esos casos coinciden el lugar de trabajo y el horario laboral, ¿por qué no hacen lo que predican?

Los únicos que podrían luchar contra este despilfarro están cómodamente instalados en el sistema. Los Verdes han pactado con el bueno de Manolo un lugar al sol que más calienta y que no deja las secuelas de los rayos uva del paro. Los Verdes han cambiado su discurso alternativo por un escaño en Madrid y por alguna covachuela en la interminable trama de la Junta de Andalucía. Los otros verdes, los que aún aparecen en el eslogan de Izquierda Unida, deberán guardar silencio para no estropear los pactos municipales, que ya se ha encargado Chaves de recordarle esa obligación a Concha Caballero.

Luchar contra el presunto cambio climático desde un despacho generosamente refrigerado mientras espera la berlina en la puerta es un lujo. Si el dinero público se derrocha en cargos y prebendas en vez de invertirlo en medios de transporte que no contaminen, entonces se alcanza la virguería. Como sigamos así le mangamos el copy a los japoneses de Kyoto y anunciamos al mundo entero que se sume al Protocolo de Manolo.

pacorobles63@gmail.com

martes, junio 19, 2007

Vivir del presupuesto

Vivir del presupuesto no es solamente el título del libro que recopila los mejores artículos de Félix Bayón. Vivir del presupuesto es algo más que un oficio para los que no tienen otro beneficio: es una forma de plantearse el ser y existir. En Andalucía se ha instaurado un régimen caciquil formado por la legión de barandas, asesores y correveidiles que se dedican a vivir del presupuesto y a fabricar, de camino, unos presupuestos mentales con fórmulas apriorísticas que convierten a cualquier ciudadano en un peligroso extremista de la derecha golpista. Sólo hace falta que tenga la osadía de criticar al bueno de Manolo o a cualesquiera de sus paniaguados, aunque en este caso el pan y el agua se conviertan, como si fuera un milagro laico, en solomillo y reserva.

Para vivir del presupuesto hay que cumplir ciertas normas. La primera es muy simple: callar ante los desmanes para beneficiar al partido, que es lo único importante. Ya lo dijo Chaves el pasado lunes en el comité director del PSOE andaluz: hay que poner en marcha las instituciones para conseguir la victoria del partido en las próximas elecciones, que serán como siempre conjuntas. El partido no sirve a la institución, sino al revés. Los partidarios de esa partitocracia callan como corderos con piel de lobo –otra paradoja- ante el caso más doloroso que se ha registrado últimamente en el oasis chavesiano. A Inmaculada Gálvez, la diputada que dio la cara ante el gilismo hasta que se la partieron, la juzgarán por un inexistente delito de agresión al policía municipal marbellí que está empapelado en la operación Malaya. Escandalosamente cierto.

Ante semejante demostración de injusticia, los que viven del presupuesto mantienen sus boquitas cerradas. Les da igual que a su antigua compañera de escaño en el Parlamento de Andalucía la persigan por haber defendido a una mujer que vio cómo le cerraban su cafetería “por hablar mal del alcalde”, o sea, de Gil. Vieron en su día la foto, vieron a Inmaculada Gálvez en manos de cinco maderos aleccionados por lo peor del gilismo, la vieron en volandas a pesar de que era parlamentaria y por lo tanto no podían tratarla de esa manera. Lo vieron todo, pero ahora callan. El motivo es muy sencillo. Inmaculada Gálvez se atrevió a salir de la secta, a abandonar el Grupo Socialista, a criticar los métodos de un partido que va de verde por la propaganda cuando la realidad desmiente los hechos de forma tozuda y a veces siniestra.

Los que tuvimos la fortuna de dejar unas líneas en el libro de Féliz Bayón como homenaje a su valor cívico no podemos callarnos. Dejemos el silencio para los cobardes, para los que viven del presupuesto porque no saben hacer otra cosa. El próximo miércoles juzgarán a una parlamentaria que fue vejada por los maderos del gilismo y la acusarán de lo contrario, de haber agredido a Rafael del Pozo, el jefe de policía imputado en la operación Malaya. ¿Alguien puede creer que una mujer mande al hospital a un policía del GIL mientras la sujetaban cinco agentes de aquel autoritarismo feroz?

El delito que ha cometido Inmaculada Gálvez no ha sido ese. Su verdadero crimen ha sido otro muy distinto: se ha atrevido a romper la argamasa de la disciplina ciega que une los cimientos del régimen chavesiano. Y hasta ahí no se puede llegar. Esta mujer valiente quería usar el presupuesto para que los demás puedan vivir mejor, pero no la dejaron los que viven del presupuesto. Recordamos aquellos días en que los prebostes del régimen no soportaban sus discrepancias. No están acostumbrados. Funcionan como una secta. El partido y el presupuesto son sus formas de vida. Por eso callan cuando su antigua compañera está a punto de entrar en el juzgado por defender la libertad y la justicia. Se llama Inmaculada, que significa sin mácula, libre de mancha. Qué bien la nombró quien le puso ese nombre.

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miércoles, junio 13, 2007

Manolo y Donmanué





En Andalucía hay gente que es del PSOE como el que es del Betis, y viceversa. El profesor Lazo, destacado socialista que nada tiene que ver con la progresía que nos invade, lo ha dejado por escrito en algunos de sus imprescindibles artículos. El PSOE andaluz está así: la reflexión crítica no cabe en el régimen chavesiano, en ese búnker que manejan Luis Pizarro y Gaspar Zarrías con mano de hierro que aprieta el cinturón de los estómagos agradecidos, vulgo altos cargos.

El personal es del PSOE como si la política fuera algo similar al fútbol. El verbo copulativo que se utiliza no es el verbo estar, sino el hamletiano ser o no ser. Se es de izquierdas, no se está a la izquierda en un asunto concreto y en una determinada circunstancia. Al pobre Ortega lo están dejando sin Gasset: yo soy yo y del PSOE. Yo soy yo y mi circunstancia, eso es, la subvención o la paga, la prebenda o la esperanza de un empleo mejor en la todopoderosa maquinaria socialista, vulgo Administración.

Por eso se identifican tanto los dos Manolos que gobiernan con idéntico estilo sus respectivas naves: por un lado está el bueno de Manolo, vulgo Erchave; y por el otro Lopera, para los suyos Donmanué. Si ETA rompe la tregua, Erchave le echa la culpa al PP. Si el Betis está de ruina, Donmanué carga contra los árbitros o destituye al entrenador. Inciso muy, muy, muy malvado para explicar hasta dónde llegan las similitudes: ¿no parece Luis Pizarro un portavoz de Lopera? Dejémoslo ahí...

Los andaluces que no cambian de partido como el que no cambia de equipo se quedan con las ganas de un metro como el que crece continuamente en Madrid. Al bético le ocurre lo mismo. El bético envidia los títulos que gana el Real Madrid pero sufre con las goleadas que recibe su equipo en el semiestadio de Donmanué: la otra mitad sigue siendo el Benito Villamarín. En la política andaluza existe el mismo tabú que rige las adscripciones futboleras. Y encima se justifican los desmanes porque son “de los nuestros”.

¿Cuánta gente ha mirado hacia otro lado al cabo de los diecisiete años de régimen chavesiano? Es la misma actitud que mantenían aquellos béticos de los años noventa cuando elevaron a los altares a un individuo que es capaz de alicatar la Giralda: así es el gusto estético de este nuevo rico de azulejo y “asandía”. Bramaba Lopera: “¡Estábamos en la UVI, nadie daba un duro por nosotros, y yo os dejo un Betis libre, en Primera!” El equipo está, como Andalucía, en la cola de la tabla, pero su máximo accionista promete títulos, ligas y “shampion” como si el personal trajera la gilipollez de serie. En Andalucía ocurre exactamente igual. Los mismos que no consiguen que salgamos de los puestos de descenso –los compartimos con Extremadura de forma pertinaz- se permiten el lujo de anunciarnos modernizaciones a pares.

¿Dónde está aquella promesa del ascenso de Andalucía a la liga de las estrellas? Zarrías señaló hace varios años que en 2020 estaríamos entre las veinte regiones más desarrolladas del continente o del carrefour, a elegir. ¿Cuántos puestos hemos escalado en estos años? Los mismos que ese Betis cuyo entrenador recién destituido, que no cesado, presumía hasta la semana de un hipotético sexto puesto en la Liga si hubiera llegado antes.

Uno dice “a la misma vez” y otro le anuncia a la oposición que va a salirle el tiro por la cuneta (sic). Ninguno domina la sintaxis ni falta que le hace. Ejercen el mando con una soberbia propia de los reyezuelos taifas o de los esperpentos que Valle-Inclán retrataba como tiranos con bandera propia. A su alrededor, un ejército de aduladores. Enfrente, una masa silenciosa que asiente. Pase lo que pase, en Andalucía y en el Betis no se mueve nadie del voto ni del asiento, porque aquí siempre se hace lo que diga Donmanué.

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viernes, junio 08, 2007

El pacto de Ardales

La zanja de las dos Españas provocó la caída en el abismo de la Guerra Civil, felizmente superada por obra y gracia de una transición política que quieren cargarse los hijos de aquellos que la acometieron con notable éxito. Por eso nos llama la atención que un posible pacto de Izquierda Unida con Falange Auténtica en Ardales, provincia de Málaga, haya causado un revuelo que debería ser positivo y nunca negativo.

¿Qué no habrían dado los historiadores de la transición a la democracia por un pacto así? Las dos Españas reconciliadas en Ardales, con la sala de profesores del colegio del pueblo como lugar sagrado de la nueva democracia. Allí se reunieron el candidato comunista y el falangista, que son compañeros de tiza y sufridores de la Logse. Juan Calderón y Francisco Ortiz han superado los odios viscerales que sus antepasados comunistas y falangistas se profesaban en aquella República que fue un sueño que degeneró demasiado pronto en pesadilla.

Juan y Francisco están intentando el cierre de la zanja, pero no los dejan. Han cometido el delito nefando que está penado con ostracismo en esta Andalucía del sectarismo chavesiano: el pacto no es natural ni moral porque puede arrebatarle el sillón al candidato del PSOE. Y hasta ahí podríamos llegar. A todo esto, el candidato socialista y alcalde perpetuo –eso piensa él- de Ardales es Salvador Pendón, un individuo que se atreve a pronunciar la palabra inmoralidad cuando él mismo usó los deditos de sus manitas para enviar, con el móvil que le pagamos entre todos, mensajes indignos e ilegales durante la jornada de reflexión de las últimas elecciones generales. A Pendón, que tiene un apellido que se las trae y se las lleva, lo cogieron con las manos en el móvil, pero a la vista está lo que le pasó: nada.

El pacto entre comunistas y falangistas viene a poner una nota de color en la penumbra que sirve para muñir los repartos de sillones municipales que le permitirán al PSOE ocupar poltronas que no ha ganado, y que les vendrán muy bien a los restos del naufragio de IU para agarrarse a la tabla de salvación del poder. Frente al previsible pacto y reparto de prebendas, el acuerdo de los maestros de escuela puede ser algo más que un suceso pintoresco: la prueba irrefutable de que las dos Españas sólo sobreviven en el imaginario artificial de ese zapaterismo que nos mete el rollo del talante por detrás y por delante.

En el PSOE andaluz no pueden decir ni pío ante este pacto de los maestros. ¿O es que no les da vergüenza acercarse el PAL de Juan Enciso para birlarle la Diputación de Almería al PP? ¿Desde cuándo se llama pacto de progreso a un mangazo de estas proporciones? Enciso acuñó en su día una frase genial: “yo no sé si soy de izquierdas, si soy de derechas, o si soy lo que soy”. En su día lo acusaron de xenófobo, de racista, de pertenecer a la extrema derecha. Hoy se ha convertido en progresista porque los sociatas almerienses lo necesitan para quedarse con la Diputación a pesar de haber perdido las elecciones en la provincia.

¿Así pretender dar lecciones? No nos engañemos. Y no permitamos que nos engañen. Los nuevos caciques de Andalucía lleva camisa azul de marca, chaqueta a juego, coche oficial sin yugos ni flechas pero repletos de aritos entrelazados. Los nuevos caciques no cantan cara al sol porque prefieren la sombra climatizada de los despachos. Esos dos maestros de escuela de Ardales harían bien en sellar un pacto. Si los comunistas y los falangistas hubieran hecho algo parecido en 1936, la historia de España habría sido otra. Y en cuanto a la moralidad de los pactos, ¿qué pueden decir los que han callado durante estos años mientras un individuo condenado por maltratar a su esposa se ha dedicado a pastelear con una banda de asesinos?

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jueves, junio 07, 2007

El viaje del PA

El nacionalismo se cura viajando, pero el PA se ha dado un viaje que no tiene cura. Al menos de momento. De tanto ir de aquí para allá, de tanto bandazo errático y de tanto pasteleo con el primer partido que pudiera facilitarles la poltrona y el sillón, o la mesa y el mantel, el andalucismo se ha estrellado contra el muro de las contradicciones: luego vienen los lamentos y el rechinar de dientes, sobre todo de los dientes que no tendrán nada que masticar durante los cuatro años en que se cifra la travesía del desierto municipal.

El andalucismo es un nacionalismo ligth administrado por una trouppe de profesionales de la política a los que hay que agradecer sus modos y maneras. En otros lugares de España apuntan con bala o con el boicot a los que osan criticar las pamplinas nacionalistas. Aquí tenemos la suerte de contar con andalucistas afables que encajan las críticas y que no pierden los papeles en las relaciones personales. En estos momentos de zozobra no se puede hacer leña del árbol caído, y menos del olivo que aparece en el logotipo del PA y que la inmensa mayoría de la gente confunde con una mano abierta.

Se han expuesto mil y una causas para explicar el derrumbe del PA y de los pachequistas del PSA, pero se ha quedado en lo más profundo del tintero la razón que subyace a este desplome. Si el nacionalismo se cura viajando, ¿cómo se fomenta? Muy sencillo: educando, aunque en este caso el verbo debería llevar las tres letras del adverbio mal en el sitio del prefijo. En el País Vasco y en Cataluña no florece el nacionalismo de forma espontánea. Las ikastolas y la inmersión lingüística del catalán como lengua del imperio pujolista han maleducado a una juventud que vota ciegamente a los demagogos que les han lavado el cerebro y les han centrifugado, de camino, las ideas. Aquí no se ha hecho, afortunadamente, nada de eso. Y ahí está la clave.

El personal se decanta de forma natural hacia los postulados progres o carcas, hacia el PP o el PSOE, hacia la libertad o la igualdad. Pero es muy difícil forjar patriotas de regional preferente sin una educación constante y sonante, que la asimetría es bona si la bolsa sona. En este punto tocamos la gran paradoja a la que se enfrenta el nacionalismo andaluz. A nosotros no nos sirven las fórmulas asimétricas, vulgo insolidarias, que proporcionan ingresos extraordinarios a vascos y catalanes. Todo lo contrario. Un Estado fuerte que reparta sus recursos a los más necesitados es lo que nos conviene, y eso casa mal con un nacionalismo que pretenda copiar los modelos existentes.

Ser andalucista pasa, pues, por ser un defensor acérrimo del Estado centralista y jacobino. O viceversa. Esta paradoja es el cortocircuito en el que caen los andalucistas cuando piden más autogobierno. Eso les vendrá bien a madrileños y navarros, pero no a los más pobres de la familia. Si a esto le añadimos el derroche que hicieron los andalucistas cuando tuvieron en sus manos ayuntamientos como el de Sevilla o parcelas de poder en el gabinetillo de Chaves, entonces comprendemos que el resultado de las últimas elecciones ha sido hasta bueno para el PA. Por ese camino podrían haber desaparecido del mapa andaluz.

¿Resistirá el PA la enésima travesía del desierto que le espera? Eso no lo saben ni Rappel ni Chaves, que va ahora de adivino de la debacle del PA cuando ignora la fecha en que se celebrarán las próximas elecciones andaluzas que convoca él. Lo único cierto es que el andalucismo deberá definir el rumbo y ajustar las coordenadas del lugar al que quiere llegar. Deben reformarse por dentro y por fuera hasta dar con la tecla de un partido que defienda los intereses de Andalucía sin menoscabo del sentimiento profundamente español que está asentado entre nosotros. Si no se compran una brújula en condiciones es posible que la travesía del desierto se convierta en un viaje a ninguna parte.

pacorobles63@gmail.com