De chirigota
En la Diputación de Cádiz se han puesto manos a la obra y las chicas del partido -¿de qué partido va a ser, hombre?- han formado una agrupación literaria y musical que encaja perfectamente con los tiempos que corren y que vuelan. ¿Un coro? Lagarta, lagarta. ¿Una rondalla a la vieja usanza? Lejos de nosotros y de nosotras la funesta manía de la bandurria y el laúd. ¿Un grupo de sevillanas? Eso ya no está de moda. Estas servidoras de lo público, estas abanderadas de la vanguardia de género se han reunido alrededor del grupo que mejor define lo que está pasando en la política andaluza: la chirigota.
¡Ole, ole y ole! Y al que no diga ole, que se le seque la yerbabuena del PER. Las sociatas de carné que han formado la chirigota ‘Las majorettes’ –ojo al feminismo que desprende el nombre- no lo han hecho por al amor al arte. Lo de ‘gratis et amore’ suena a carca porque está en latín, una lengua prelogsiana. Por eso han trincado unos cuantos miles de euros de la Diputación que rige con mano firme y firma blanda –sobre todo a la hora de rubricar contrataciones de afiliados al parido- el ilustre González Cabaña, ese descendiente político de don Emilio Castelar por vía intragaditana.
El dinero público se gasta en una chirigota que han montado unas cuantas dirigentes del PSOE en la muy desarrollada provincia de Cádiz. A los parados de Delphi se los llevan al zoo y las listillas que salen en las listas electorales usan ese mismo verbo según la doctrina que establecieron el Masa, el Peña y los hermanos Scapachini en el cuarteto “Tres notas musicales” del año 1991: “Señores, vamos a llevarnos bien… lo que haya que llevarse”. Ahora que se llevan los reportajes que muestran la faceta humana de los consejeros y consejeras de la Junta –la faceta divina se mostrará más adelante- no estaría mal un programita de Canal Sur que nos permitiera asistir a los ensayos de estas majorettes con sueldo público que no tienen el menor pudor a la hora de cobrar fuera aparte, que diría un castizo, de la Diputación de Cádiz por sus habilidades chirigoteras.
Cuando un gadita quiere alabar el tipo, la gracia, el arte y los ripios a medida de una chirigota emplea una expresión que viene como anillo al dedo –o como dedillo al ano, con perdón- para definir lo que pasa en la política andaluza. “¡Aquí lo que hay es ‘mu’ poca vergüenza!” Las majorettes que trincan su sobresueldo de la Diputación gaditana no deberían molestarse por esta expresión: no hay mayor elogio carnavalero. El presidente González Cabaña debería estar orgulloso del empleo que se le da al dinero público. A ver si convence a su asesor Aído para que monte un cuarteto con su niña y con el intelectual Luis Pizarro, el Arias Montano de Alcalá de los Gazules. ¿O metemos directamente a la ministra Bibiana en ‘Las majorettes’ con su faldita corta y sus botas blancas? De las progres de antaño a las majorettes de hogaño. Eso es un cambio y lo demás es tontería.
Con las bombas que tiraban los fanfarrones –el espíritu belicista siempre ha estado ligado al machismo- se hacían las gaditanas los tirabuzones de la copla. Con la pasta que tiran las Diputaciones, se hacen las socialistas sus subvenciones… Ya lo dijeron el Peñita y el Masa en el Falla antes de que se adaptara la frase a la transversalidad de género: Señoras, vamos a llevarnos bien… lo que haya que llevarse.